La verdad de la histeria
En el post anterior dí un «pantallazo» d elos movimientos que se dieron en la historia del psicoanálisis respecto del tema de la Histeria, reverenciándome en un texto de Juan Carlos Indart muy esclarecedor, que da cuenta del momento en que estamos ahora respecto de la temática d ella Histeria.
Habíamos hablado del síntoma histérico como nudo, un nudo que no se referencia en el S1 como Amo, sino que en esta novedad de los nudos que Lacan transmite al final de su enseñanza, el síntoma histérico es un síntoma sin Otro, solo.
En este estatuto entonces podemos admitir la existencia de un nudo cuyo síntoma, el cuarto nudo, el que anuda los otros tres (R, S, I) opera como amor al Nombre del Padre. Ahora bien, ese amor es porque realmente hace nudo, anuda. Se trata d runa suplencia que se sostiene, con búsqueda de vínculo, aunque está en jaque su lazo social con el Amo, porque como es sabido, el Amo desfallece, cae la función del Padre como Amo.
El síntoma histérico en tanto tal, ya no depende de eso, ya no se referencia en el Amo, pudiendo ser una gran fuente de recursos para quien se las arregle bien con él hoy en día.
Entonces, en torno al tema de la histeria nada esta concluído, se trata más bien de un pregunta abierta. En este trabajo en el que me referencio se abrieron muchos interrogantes, por lo que haré un recorrido sobre estos puntos abiertos.
Uno de ellos es que parece claro que ya a nivel del 4 (discurso histérico) se afirma que es por la histeria que se conoce la verdad de la «no relación sexual», si se está «a la altura» del desciframiento de la cuestión histérica y de su verdad.
¿Qué quiero decir con esto?
Ya hemos visto el prejuicio freudiano (que Indart ubica en el «2») en relación a la traba que tuvo con la cuestión histérica que tiene su punto de inicio en el fantasma de la relación sexual al que la verdad de la histérica justamente se opone.
En el caso Dora, lo que Freud suponía es que una chica debe desear a un chico; eso sería lo normal. Entonces cualquier síntoma histérico que aparezca allí, es del orden de la represión de lo que sería una articulación sna prefijada como «normal»: la relación sexual. De modo que de esta manera se probaría también que es con la lógica, la perseverancia, la insistencia, el trabajo, los desplantes, las interrupciones, el amor, etc., que se desplaza desde la histeria hacia el psicoanálisis, que la histérica fue haciendo valer esa verdad.
Para Lacan, esa «verdad» es que del síntoma histérico no se conquista su saber real, su invento, sin su análisis. Con su análisis lo que resulta es un saber hacer algo con esa verdad.
Lacan, que intentó hacer matemas de todo, con la no-relación sexual no pudo…Fue Miller que propone escribir esta no relación sexual como conjunto vacío.
Lo real es que la relación sexual no está escrita, y el matema que lo demuestre será un matea sobe ella imposibilidad de escribirla.
FUENTE: INDART, J.C. Y OTROS. «Histeria: triángulo, dicurso, nudo». Ed. Vigencia