El estrés
El estrés de la autoexigencia es una triste experiencia
El estrés normal es la reacción natural frente al peligro, el cuerpo se prepara para defenderse o huir. Es un mecanismo de adaptación que nos protege frente a los cambios.
El estrés crónico es un estado de sobre estimulación, debido principalmente a un alto nivel de exigencia, altas expectativas, afán de perfeccionismo, y a la necesidad de competir para llegar a tener éxito.
Cuando se superan los límites de lo razonable, la mente se bloquea y comienza a presentar signos de cansancio y bajo rendimiento; aparecen perturbaciones emocionales, como miedo, angustia, agresividad o depresión; problemas de relación, dificultades de concentración, atención y memoria, trastornos de las funciones corporales, disminución de la inmunidad e insomnio.
El estrés se produce tanto por factores externos como internos.
Los factores externos que producen estrés, pueden ser estímulos como el ruido, las exigencias laborales, los problemas de relación, separaciones, divorcios, mudanzas, casamientos, operaciones quirúrgicas, viajes, pérdida del trabajo, el cuidado de un enfermo, duelos y cualquier otra circunstancia que pueda provocar una sobre exigencia mayor que la habitual.
Los factores internos son los distintos modos de vivir las experiencias que tiene la gente, que tienen que ver con su temperamento básico y su carácter.
Todos en algún momento de la vida experimentamos más o menos las mismas cosas, pero al hombre no le afecta tanto lo que sucede sino la forma en que vive aquello que le pasa.
La forma de reaccionar frente a las situaciones hace la diferencia entre una persona afectada por el estrés y otra que sobre lleva con mayor fortaleza sus problemas.
El estrés es el resultado de un esfuerzo fallido provocado por las expectativas demasiado ambiciosas que la sociedad impone, como un mayor sueldo en el trabajo, una casa más grande, un auto más lujoso, ropa más cara y dinero suficiente como para poder comprar todo lo nuevo que tienen los demás.
Una sociedad competitiva y consumista valora a los exitosos; y la autoestima del individuo de esa sociedad depende del cumplimiento de esas expectativas y del éxito que obtenga.
La personalidad competitiva es adicta al estrés crónico, se siente bien estando apurado haciendo dos o tres cosas al mismo tiempo, manteniéndose activo y enfrentando desafíos y sobresaltos.
Los habitantes de las sociedades de consumo se encuentran sometidos a estrés desde la infancia, y la competencia comienza en las escuelas que eligen los padres, que aseguran éxito a los profesiones que egresen de ellas, pero que a su vez exigen difíciles exámenes y una cadena de altas exigencias.
En estas sociedades que han alcanzado un alto grado de desarrollo, se puede comprobar que la gente que logra sus objetivos no necesariamente es la más feliz.
La pérdida de los valores tradicionales en favor del dinero y el status social, trae como resultado una gran cantidad de casos psiquiátricos con síntomas como la depresión, la ansiedad, la angustia y las fobias.
La falta de fe en otra vida después de ésta, hace que exista una desesperada necesidad de ser feliz ahora, a toda costa, para no perderse nada; y si además creen que todo depende nada más que de ellos mismos no podrán nunca abandonar el control, y es el miedo a la pérdida del control el que produce estrés.