Evolución de la Psicología
La Psicología evoluciona todos los días.
El hombre cambia, su vida evoluciona, el mundo se transforma y la Psicología debe contar con nuevos instrumentos para acompañar los acontecimientos y ayudar a elaborar estos cambios.
No se trata de incorporar nuevas técnicas sino de colaborar para el desarrollo de una nueva conciencia basada en una nueva cosmovisión y en los nuevos conocimientos que nos brindan las investigaciones científicas.
La depresión es la afección más frecuente de esta época; y los ataques de pánico y las fobias son los síntomas más comunes.
Este problema continuará afectando la vida de la gente a medida que el tiempo destinado al trabajo aumente y las relaciones personales se resquebrajen.
La persona depresiva piensa en negativo y tiene actitudes autodestructivas, como las adicciones. Se siente desesperado, temeroso, ansioso, culpable, frustrado, preocupado; todas emociones negativas que producen más y más negatividad, porque lo semejante atrae a lo semejante.
Las adicciones al alcohol, a las drogas, al cigarrillo, a la comida, mitigan la ansiedad que acompaña a la depresión, pero no solucionan nada.
Solamente la paz interna y la ausencia de conflicto permite aprovechar la oportunidad que representa la vida para lograr el desarrollo y expresar la creatividad.
En – fermo significa alguien que no está firme, que se siente mal, incómodo, que simbólicamente no está parado sobre sus propios pies y que necesita muletas ocasionales.
La enfermedad no puede existir en un cuerpo que está emocionalmente equilibrado, porque el sistema inmunológico del cuerpo está diseñado para permanecer sano.
Los problemas emocionales producen adictos a las emociones y estas emociones alteran el funcionamiento de las células de todo el cuerpo.
Se aprende a reaccionar de una manera determinada adoptando fallas de carácter, como el enojo, la ira, la violencia, la agresividad, emociones que tenderán a reiterarse cada vez más seguido ante cualquier situación.
El 85% de las familias funciona mal en el mundo, de manera que ya no nos sirve el recurso de proyectar en ellos nuestras responsabilidades.
La vida actual no exige la independencia, como corresponde al llegar a la edad adulta, sino que favorece las dependencias y la falta de compromiso, dificultando en los jóvenes la necesaria conciencia de su responsabilidad como persona.
La televisión y los diarios hacen buenos negocios con las desgracias que ocurren en el mundo y se regodean con las tragedias.
Es necesario estar informado de lo que sucede en el mundo pero no es preciso estar inundado de malas noticias.
Para cambiar el estado de ánimo pesimista que invade a la humanidad, el hombre actual debe fijar su atención y concentrarse en la paz, la salud, el trabajo y la abundancia y el bienestar para todos; y no en las luchas contra la guerra, contra el cáncer, contra el hambre, contra la pobreza; porque este pensamiento negativo generalizado traerá más guerras, más enfermedades, más pobreza.
El Universo sólo atiende los temas que ocupan los pensamientos en que nos concentramos, no discrimina si son buenos o malos, porque en el cosmos no existe la dualidad sino la unidad.
Es hora de cambiar el paradigma y dejar de pensar que en el mundo hay que sufrir, que siempre habrá pobres, que se van a acabar los recursos, que nos va a destruir la contaminación, que el dinero es sucio, que los ricos son ladrones; que la culpa de mi fracaso es de mi familia, mi marido, o mis hijos; porque el Universo es más grande y extraordinario de lo que creemos y la abundancia es su característica; en la naturaleza todo ocurre con facilidad, sin esfuerzos, hay de todo para todos, y el hombre tiene el mismo poder para lograr lo que se propone sólo si comienza a creer en si mismo.
El propósito de esta vida es cumplir todo lo que queremos, lo que nos hace sentir bien y ser felices. No hay nada escrito en ningún lado sobre cada uno de nosotros, ni esta vida se trata de satisfacer a los demás, porque el verdadero amor se logra únicamente siendo uno mismo, y la felicidad interna es el motor que nos impulsa.
Somos mucho más de lo que creemos ser, podemos influir en nuestro entorno y en la gente, estamos conectados a todo, no estamos solos.