Fracaso escolar
En la clínica con niños situamos siempre una gran cantidad de cuestiones que se detectan a partir de la escolarización, a partir de la entrada del niño en esa institución. Desde siempre la escuela ha sido un ámbito privilegiado para poner a prueba el campo de la representación, de la simbolización, y de las dificultades que se puedan dar en este terreno.
De un tiempo a esta parte, esto ha tomado tal importancia que se pueden situar allí nuevos síntomas en la infancia, un malestar propio de la época actual. La escuela, sabemos, es el lugar por excelencia en el que se mide el «rendimiento», cada vez más aparecen demandas de la escuela respecto de la falta de atención, de dispersión, de niños «inquietos e hiperactivos», que tienen algunos problemas con el lazo social, y que por esto mismo, son derivados a hacer una consulta “psi”.
En España es impresionante la cantidad de niños derivados al gabinete psicopedagógico o a la consulta psicológica, llegando incluso, en el mejor de los casos, a consultar a un analista –siempre y cuando los padres tengan una relación transferencial con este saber.
Generalmente, lo que se observa en el mundo occidental como punto común, es que los niños ya llegan diagnosticados a la consulta.
El TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad) es el nombre que se le da a esos síntomas que resuenan tan frecuentemente en los oídos preocupados de los padres que son llamados por los maestros… Lo más preocupante de todo esto es que estos niños quedan expuestos, cada vez más frecuentemente, al tratamiento farmacológico. De esto me ocuparé en otro artículo.
Lo cierto es que en algunos países, la demanda de tratamiento viene por el lado de lo que se llama “fracaso escolar”. Este sintagma entendido como uno de los nuevos síntomas que interrogan al psicoanálisis.
Desde este lugar, y como analistas, nosotros tenemos otras categorías para abordar esto, Real-Simbólico- Imaginario, dando una respuesta, como siempre, del caso por caso; a la vez que nos permiten orientar la lectura de eso que se llama “fracaso escolar”, abordado como un nuevo síntoma de nuestra cultura y nuestra sociedad.
Podemos decir así, en principio, que el fracaso, es lo que retorna, como síntoma, de la obligatoriedad de la escolaridad que nos propone el sistema, en una época donde la escolaridad es tanto un derecho como una obligación. Una sociedad donde la educación es la vía por la que se logra alcanzar los valores e ideales de la sociedad contemporánea.
Es ahí donde el psicoanálisis lee “lo nuevo”, lo actual: un fracaso en lo que respecta al saber, como nuevo síntoma en la infancia, que es opuesto justamente a los objetivos utilitarios de nuestros tiempos. Es decir, si no se ajusta a los que el sistema educativo propone para todos, el niño ha fracasado.
En esta época, la nuestra, el saber se hace lugar a nivel de un síntoma.
Desde la orientación lacaniana, sostenemos que el sujeto, en tanto ser hablante sufre de una inadecuación que es estructural, fundante. Es así que los síntomas que se producen en cada época son los efectos directos del tratamiento que se le ha dado a ese desajuste estructural.
No es nuevo el hecho de los niños planteen dificultades en la escuela; consideramos el fracaso escolar como lo que retorna, como producto del actual tratamiento del goce en nuestra cultura actual.
FUENTE: SALMAN,S. Comp. “Psicoanálisis con niños. Los fundamentos de la práctica”