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El curioso efecto Ben Franklin

Publicado por María Gómez

Por todos es sabido que el ser humano es pura contradicción. Pasamos del amor al odio en cuestión de segundos. Igual estamos contentos que, al segundo, un pequeño suceso nos entristece durante todo el día.

El caso es que cuando dos sentimientos opuestos entran en juego, tenemos un conflicto.

Si tienes la sensación de que una persona siente animadversión hacia ti y que te puede perjudicar de alguna manera prueba a provocarle una disonancia cognitiva con el efecto Ben Franklin para neutralizar su poder.

Cuando localices a esa persona a la que desagradas de algún modo, pídele el favor, cualquier cosa: que te preste algún objeto, que te dé su opinión acerca de un tema concreto o que te acerque a algún sitio.

Entonces, esta solicitud romperá sus esquemas y, probablemente, su nivel de menosprecio disminuirá y, en el mejor de los casos, hasta puede que sienta cierta estima hacia ti. Esta afirmación resume escuetamente el funcionamiento de este efecto. Parece fácil, e incluso, puede que lo sea.

El ser humano busca la coherencia entre lo que piensa y lo que hace. Esto es síntoma, además, de un patente equilibrio mental y emocional. Así que, el cerebro hará desaparecer la contradicción de menospreciar a quién le hacemos un favor del modo que sea. A nivel personal, puede ser un recurso muy práctico pero en el ámbito profesional puede suponer librarse de  malestares importantes y de relaciones desestabilizadoras.  

De nuevo, nos encontramos ante una situación que precisa se resuelta. En este caso la resolución del conflicto es intrapersonal ya que la persona a la que se le solicita un favor por parte de alguien que no es de su agrado tendrá que reajustar sus pensamientos para que ganen coherencia con sus actos.

Entran en  juego justificaciones de todo tipo para buscarle sentido a la acción. Por tanto, atrévete a probar su eficacia para deshacerte de todas aquellas personas que quieren interponerse entre tú y tu triunfo. Además, poniendo en práctica este recurso, evitarás polémicas innecesarias. Nos gusta pensar que este efecto no es más que otra señal de que la esencia del ser humano es bondadosa puesto que solemos apreciar más a aquellos a los que hacemos un favor que aquellos de los que lo recibimos. Aunque también es verdad que la otra cara de la moneda nos lleva a pensar en la necesidad del ser humano por sentirse especial aún cuando esto entre en disonancia con sus verdaderos sentimientos.

Sin embargo, tendrás que usarla con pericia porque si la explotas demasiado caerás irremediablemente en la manipulación y si la otra persona se percata el efecto rebote se multiplicará por dos y su animadversión hacia ti será doble. Es así,  existe una delgada línea entre pedir favores y manipular a los demás a tu antojo.

Parece que todo son ventajas así que anímate a manejar aquellas estrategias que les han funcionado a otros antes y coméntanos el éxito que tuviste. Prepárate porque lo más probable es que tu nivel de simpatía aumente misteriosamente para algunos.