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El Amor y el Ser Auténtico

Publicado por Malena

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Sartre nos dice que el hombre está solo en el mundo y no cuenta con ningún apoyo ni auxilio de ninguna clase, y su tragedia es estar condenado a elegirse a si mismo, inventarse, sin ningún código pre establecido ni la ayuda de una moral escrita.

Lo único que puede hacer para elegir y tomar decisiones es fiarse de sus instintos, de lo que siente, porque lo que realmente importa es el sentimiento, que es el que empuja al hombre hacia cierta dirección y no en otra.

El sentimiento, según este pensador, se construye con actos, guiados por el propio sentir. Es inútil consultar a otros, porque es engañarse a si mismo, ya que también se elige al consejero, que en el fondo ya se sabe lo que puede decir.

Sartre está convencido que no hay otra señal que nos indique qué elegir, porque si creemos ver signos, el significado se lo damos nosotros y definitivamente es la interpretación nuestra de esas señales.

De modo que la responsabilidad absoluta de quienes somos y qué es lo que hacemos será siempre nuestra y no podemos poner ninguna excusa.

En este sentido, Sartre nos invita a reflexionar sobre la autenticidad del ser. Ser auténtico implica vivir de acuerdo a nuestras propias convicciones, valores y principios, sin dejarnos influir por las presiones sociales o las expectativas ajenas. Es un llamado a la autodeterminación y a la responsabilidad personal, a la coherencia entre lo que pensamos, sentimos y hacemos.

Con respecto al amor, muchos se dejan llevar por lo que hace la mayoría, o sea, la falta de compromiso. Pero no se dan cuenta que vivir es comprometerse a cada instante de la vida, porque una moda no puede ser una excusa, porque soy yo el que elijo estar a la moda o hacer lo que mis sentimientos me obligan.

No se puede eludir el compromiso, porque somos nuestros actos, lo que hacemos, ya que son nuestras acciones las que determinan quien soy cuando elijo, en cada momento de la vida.

El amor, en la visión de Sartre, es también una elección y un acto de autenticidad. Es un compromiso con el otro, pero también con uno mismo. Es la expresión de nuestros sentimientos más profundos y genuinos, y requiere de valentía y honestidad para ser vivido plenamente.

Para Sartre no hay una naturaleza humana porque el ser humano es el conjunto de una serie de comportamientos a lo largo de su vida; y recién se define en la lápida, cuando ya no puede cambiar porque está muerto.

Sartre propone una moral de conducta y de compromiso que le otorga dignidad al hombre porque consiste en actuar sin intermediario y no lo transforma en un objeto.

La moral es un arte porque también le exige al hombre crear e inventar; elegir su propia moral sinceramente, y al hacerlo comprometerse con ella, permaneciendo siempre siendo el mismo frente a los cambios.

El hombre que ha elegido su moral no puede excusarse en sus pasiones porque eso sería crear un determinismo, o sea considerarlas parte de la naturaleza humana, porque no existe esa condición previa a la existencia, ya que para el existencialismo el hombre es un proyecto arrojado al mundo que primero existe y luego Es.

Utilizar una excusa para no elegir de acuerdo a las propias convicciones sería actuar de mala fe, una mentira, eludir la libertad del compromiso.

La mala fe para Sartre significa actuar sin coherencia, contra los propios principios; y la libertad no depende de los demás, sino de uno mismo, una libertad con compromiso que obliga a querer lo mismo para los otros.

Sartre llama cobardes a los que renuncian a su libertad y se escudan en excusas deterministas o formales, aunque también reconoce que aunque la moral de cada uno pueda variar, tiene también características universales.

El valor de la vida es el sentido que le da cada hombre, porque no hay un sentido general para todos; y se puede elegir cualquier cosa siempre dentro del libre compromiso.

Para el existencialismo, el hombre debe elegirse, respetar su sentimiento y ser fiel a si mismo. Este compromiso con la autenticidad y la libertad es lo que nos permite vivir una vida plena y significativa, en la que cada decisión y cada acción reflejan nuestra verdadera esencia.

Fuente: «El Existencialismo es un Humanismo», Jean Paul Sartre, Ed. Huascar, Argentina, 1972