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El Amor y el Sí Mismo

Publicado por Malena

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Es difícil saber hasta dónde llega el ser para uno y el ser para otro. Pensar en uno mismo antes que en el otro parece ser una actitud egoísta y desconsiderada, sin embargo no es así.

No se puede tener una buena relación genuina y duradera con el otro si no aprendemos primero a amarnos y apreciarnos a nosotros mismos.

Miriam conoció a su primer amor a los 16 años. Estaba cursando el colegio secundario cuando José se cruzó en su camino.

Se enamoró perdidamente de él y él de ella, y a pesar que todo el mundo parecía estar en contra de esa relación, no quiso escuchar a nadie y se entregó a él por entero.

Vivieron tres meses como rodeados por una nube; hasta el punto de no querer ir más al colegio para dedicar todo su tiempo a su amor, mientras su madre permanecía ajena.

José había abandonado sus estudios hacía mucho, tampoco trabajaba tiempo completo. A los 20 años sólo hacía algunas changas en una verdulería y el resto del tiempo lo pasaba con ella o durmiendo en su casa.

Le gustaba juntarse con sus amigos a tomar cerveza en una esquina del barrio, la misma esquina donde un día vio pasar a Miriam por primera vez y se decidió a seguirla.

José no tenía oficio y no sabía hacer nada. No pensaba en esas cosas porque creía que todavía era muy joven para ocuparse de asuntos serios.

Miriam lo justificaba, decía que era bueno, que apenas tomaba unas cervezas e iba a la cancha, y eso no eran vicios sino sana recreación para un hombre joven.

Él le había insistido para que dejara el colegio, para qué iba a estudiar, si él no lo había hecho.

A los 18 años Miriam quedó embarazada y entonces se fueron a vivir juntos. Él trabajaba de ayudante en la verdulería, como siempre, y como no pagaban alquiler, porque la madre de Miriam los ayudó para construir una habitación con un baño al fondo, se arreglaban con poco.

Tuvieron tres hijos seguidos, y todo parecía andar bien desde afuera; sin embargo Miriam se sentía agobiada, incómoda viviendo en el hacinamiento y angustiada por la falta de iniciativa de José, que se había tomado la costumbre de quedarse en la esquina tomando cerveza con los amigos y a llegar tarde.

Ya no hablaban, él la ignoraba y ella empezó a sentir que recién lo conocía y que en el fondo lo odiaba.

Un día no apareció más. Llamaron a las comisarías y a los hospitales pero no había ocurrido ningún accidente en que él estuviera involucrado.

Pasaron los días y nada; ni una carta, ni una llamada, sólo el silencio que la desesperaba.

Después de algunos meses, se dio cuenta que no volvería más y decidió tomar las riendas de su vida; porque su madre la ayudaba pero la plata no alcanzaba.

Había pasado por un negocio que promocionaba la venta ambulante de café y eso le pareció bien; andaría por la calle y conocería gente y eso le gustaba.

De los niños se encargaría su madre, que se había jubilado, de modo que comenzó una nueva vida con entusiasmo.

Enseguida tuvo muchos clientes, no era un trabajo difícil, sólo había que arrastrar el carro que pesaba.

De a poco fue incorporando la venta de galletitas, alfajores y algunas golosinas; y cuando su madre tenía tiempo le horneaba cosas caseras que se vendían solas.

Muy pronto tuvo más clientes que los que podía atender y sus ingresos aumentaron; decidió trabajar sólo medio día e inscribirse en el colegio nocturno para hacer el secundario.

Estudiaba diferente, con ganas, era casi la mejor alumna, porque tenía una motivación, mantener a sus hijos y salir adelante para que ellos también pudieran estudiar.

No sólo terminó el secundario sino que fue a la Universidad y se recibió de abogada. Ya no empujaba más el carrito vendiendo café, ahora trabajaba en un estudio importante de abogados donde le pagaban muy bien y además era muy respetada

Pudo construir una casa cerca de su madre, con todas las comodidades. Nunca se había sentido mejor, ni siquiera cuando vivió tres meses en una nube perdidamente enamorada.