¡Nos mudamos!
A veces, por motivos forzosos y otras por placer, todos los días, en algún lugar del mundo, alguien se muda. En efecto, es todo una aventura en forma de cambio de vida, de espacio. En ocasiones buscado, y otras, por obligación,es indudable que una mudanza produce un choque de emociones dentro de nosotros.
Por un lado, nos sentimos excitados frente a la novedad a un cambio que necesitábamos, al inicio de una nueva etapa pero, por el contrario, también puede ser causa de tristeza, puesto que nos enfrentamos al fin de recuerdos felices de una parte de la vida disfrutada con cariño. Por tanto, la mudanza es sentida como separación traumática en cierto modo.
El hecho de hacer inventario de las pertenencias, se puede considerar una especie de purga emocional en la que se acaba por desechar lo que, de repente, ya parece inútil e inservible y nos quedamos solo con lo imprescindible, con lo que necesitamos. Este acto se advierte como una autoinvasión de la intimidad, en la que no tenemos más remedio que rebuscar en nuestras propias cosas y depurarlas para empezar una nueva etapa.
Este proceso unido a la logística propia de la mudanza en cuanto a organización, tiempo a dedicar y detalles varios del traslado, puede generar una gran sensación de caos que elevará el nivel de estrés que tendremos que soportar. Cuidado.
La nostalgia del pasado que todavía no hemos dejado atrás, se mezcla con excitación de lo que está por llegar así que será conveniente aceptar sin más esta paradójica situación, sin realizar vanos intentos de resistencia o de querer obviarlos.
Es una situación normal propia de la capacidad de actuación del ser humano, que ha de pasar por diferentes transiciones que no siempre son fáciles, pero sí necesarias, para llegar a un punto en concreto, un nivel superior, mejor.
Mudarse equivale a desestabilizarse para volver a estabilizarse de nuevo. Por tanto, siempre convendrá tomárselo desde una perspectiva de transformación persona,l de dinamismo necesario para evolucionar en algún sentido.
Igualmente, la incertidumbre planea sobre nuestras cabezas, como las torres de cajas de cartón Mantén la calma, todo pasa. Para contrarrestar toda esta vorágine, recomendamos intentar evitar que reine la anarquía. Para ello, elabora un plan de empaquetado, organiza los enseres por categorías, en suma, estructura la mudanza al máximo. Actuando así, sortearás posibles obstáculos como las pérdidas de tiempo innecesarias, la sensación de desamparo o de que la situación te sobrepasa, etcétera. Tu cabeza funcionará de un modo más ordenado y seguro que más efectivo.
Aprovecha el contacto entrañable con la vivienda al realizar una mudanza para despedirte metafórica y realmente de ese espacio en el que has experimentado penas y glorias y a la vez que todos los aprendizajes que se produjeron en ese que fue tu hogar.
Nunca desaproveches una mudanza para reflexionar sobre el desapego a lo material ya que cuanto más ligero viajes de equipaje más libre te sentirás. Al fin y al cabo, el hogar de uno se encuentra dentro de sí, lo externo es un mero decorado que diseñaremos a nuestro gusto para sentirnos más cómodos.