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Aburrimiento y distracción en el trabajo.

Publicado por Lic. Maria V.

¿Qué relación tiene el aburrimiento con la distracción o la falta de concentración? Y, ¿Qué podemos hacer para volver a motivarnos en el plano laboral?

No es extraño entrar en períodos de baja motivación y energía dentro del área laboral. Más aún en trabajos con tareas automáticas y repetitivas que en muchos casos pueden generar una sensación de vacío y desinterés.

Cuando se entra en estos ciclos de aburrimiento, parece que nada enciende el entusiasmo, hacemos las tareas en desconexión con nuestros deseos e intereses y, en muchos casos, el mismo aburrimiento produce procastinación y distracciones que impiden el desarrollo de las actividades.

Hay mucho para decir en estos casos, y según la situación, la reflexión probablemente llegue a terrenos distintos. En muchos casos este aburrimiento que aparece y se mantiene sostenido en el tiempo, es un indicio de que algo tiene que cambiar. O el trabajo dejó de ser un espacio en el que queríamos crecer o asociar nuestros deseos de desarrollo, o simplemente nuestros intereses cambiaron y nos gustaría ir en otra dirección. A veces forzamos el sostenimiento de una etapa por miedo al cambio y por las consecuencias económicas que implican dejar un trabajo. Pero estos indicios deben ser señales de alerta para poder ir gestionando esos cambios de la mejor manera posible.

En muchos otros casos el aburrimiento adviene como correlato de un estado interno. Frustraciones o asuntos emocionales pueden generar pérdida de interés en todo lo que nos rodea, y falta de motivación. Por eso, y dependiendo del motivo, las posibilidades de generar cambios serán diferentes y se deberán tomar distintas decisiones.

El aburrimiento está directamente asociado con una falta de conexión real con lo que hacemos. Cuando el deseo no está asociado con el trabajo, por ejemplo, fácilmente surgirá aburrimiento, porque es difícil vincularnos motivacionalmente a algo que no nos gusta. 

Este aburrimiento también puede advenir en casos en que, por alguna razón, el entorno laboral no ofrece esta motivación o hay poco reconocimiento hacia los logros. La persona puede haber aprendido en este ámbito que todo lo que haga «dará igual», de este modo pierde el entusiasmo por involucrarse y esforzarse más.

La baja tolerancia a la frustración también suele acompañar al aburrimiento. Intentar y emprender siempre implica una cuota de riesgo que a veces quiere ser evitada. En este contexto el aburrimiento adviene por el no hacer y el temor al fracaso.

La distracción por otro lado, está en mayor o menor medida asociada a lo mismo. Las distracciones pueden manifestarse por múltiples motivos pero por lo general intervienen cuando no hay motivación en lo laboral, cuando estamos emocional o mentalmente «en otro lado», cuando hay ansiedad, entre otras.

Como vemos, son múltiples los contextos en los que puede manifestarse el aburrimiento y la distracción. Ambos suelen ir juntos. El aburrimiento suele llevar a la distracción. En la mayoría de los casos buscamos medios para distraernos cuando no nos motiva lo que tenemos que hacer. Por eso es importante que en el ámbito laboral intervengan estrategias que ayuden a motivar y a generar un compromiso más genuino con el lugar que se ocupa.

Para quienes trabajen en relación de dependencia será importante que quienes estén en posición de liderazgo generen estrategias creativas para mantener la motivación en los trabajadores, ofreciendo reconocimiento y metas que acompañen sus propias aspiraciones.

Para quienes trabajen independientemente será un desafío personal replantearse y encontrar nuevas estrategias para encontrar motivación. Cambiar dinámicas o rutinas, inspirarse, unirse a otros, construir nuevas metas o proyectos son fundamentales en ciertos momentos del recorrido.

En ambos casos es importante registrar si este estado es recurrente para poder tomar decisiones que nos ayuden a encontrarnos o reencontrarnos con lo que verdaderamente deseamos en el plano laboral.