Psicología

Adicción a las redes sociales.

Publicado por Lic. Maria V.

La adicción a las redes sociales es un gran problema en la actualidad. Los avances tecnológicos, nos brindan oportunidades, pero siempre tienen una contracara. Aquella que nos domina o a través de la cual se filtran los complejos y las miserias del ser humano.

La adicción a las redes sociales tiene una directa relación con la dependencia de la imagen. Es de vital importancia para el sujeto, en estos casos, cuál es la recepción de la propia imagen por parte de otros. Agradar, gustar, ser seguidos o aclamados por otros se traduce en likes y seguidores. La completa estructura de la autoestima puede terminar siendo basada en el reconocimiento ajeno. 

Las redes sociales tecnológicas terminan brindando la opción de estar conectado, pero sin vínculo. Este intercambio incluye la ficticia posibilidad de mostrar solamente una parte de las propias vivencias; filtrar lo que se considera atractivo o deseable para otros. De esta forma, el tipo de intercambio, además de virtual, tiene un carácter prácticamente de marketing personal, o de propaganda.

Esto se traslada, en los casos de adicción o de uso masivo, a la construcción de una realidad paralela, que impulsa al sujeto a la constante necesidad de participar en las redes, estar informado, chequear y rechequear estados, respuestas, y no perderse nada de lo que ocurra en esta otra realidad. Esa necesidad es, entre otras cosas, lo que produce esta actitud de dependencia compulsiva.

De esto resulta por lo general, una gran ansiedad. Un ritmo intenso y demandante que dificulta la posibilidad de equiparar, de estar siempre en ese nivel de participación. Esta demanda está marcada también por el accionar de otros que se consideran valiosos, y que nos muestran ese ritmo asociado a sensaciones de éxito y felicidad.

Esto se traduce entonces en la percepción y creencia de que para obtener ese éxito se requiere seguir con ese ritmo. Mostrar, y equiparar en actividad a esos otros. Tarea que se persigue y se sostiene a costa, como dijimos anteriormente, de grandes montos de ansiedad, de compulsiones, de dificultad para relajarse y llevar el día a día con tranquilidad. La envidia y la competencia encuentran en este terreno un lugar ideal para proliferar.

Las comparaciones, tanto en números, como en imágenes, potencian esa exigencia e impiden disminuir el ritmo.

Las redes sociales, son en algún punto, un nuevo espejo, para las personas y la sociedad en su conjunto. Mostrar a otros es en realidad mostrar algo a nosotros mismos. Es la imagen propia la que el sujeto quiere ver, la devolución de otros transforma esa imagen, la ensancha o derrumba.

Del mismo modo que Narciso permanece frente al espejo de agua, el sujeto está constantemente frente al aparato: las redes sociales son el elemento perfecto del narcisismo.

La verdadera adicción la constituye el verse a uno mismo: cómo soy, qué imagen doy, cuán querido y valorado soy.

En estos casos, como dijimos anteriormente, se crean dos planos separados:

Por un lado: la vida cotidiana, conductual, emocional y psíquica de la persona y, por otro lado: la vida en la red social. La alienación y enajenación que puede provocar vivir constantemente en ese mundo paralelo, puede resultar en ansiedad e incluso en cierta despersonalización, que puede traducirse en la creencia de que esa realidad es o debería ser la realidad toda.

Ante esta descripción es importante no eclipsarnos con teorías extremistas. La red social ayuda y puede ser una gran herramienta para promover proyectos propios, divulgación, contacto con personas que están lejos, entre otros. Pero tiene que ser precisamente eso, una herramienta usada por la persona según su voluntad. Así, puede optar por usarla, y también por no usarla cuando lo decida.

Si la persona se transforma en esclava de la herramienta, entonces ha quedado y permanece dominada por las reglas de la red social. Y es en estos casos donde puede verse afectada su Salud Mental, constituyéndose cuadros de ansiedad, adicción, compulsiones como los descritos. Es en estos últimos casos en los cuales se recomienda una consulta profesional.