Bendita (odiada) rutina
Normalmente, la palabra rutina nos provoca hastío, desilusión o aburrimiento. Nos evoca a largas jornadas de trabajo, a interminables horas de clase y estudio, a tareas domésticas que no nos agradan o a un rígido horario que cumplir día tras día. Sin embargo, hoy queremos despojar de esta reputación a este concepto para ensalzar las innegables ventajas y virtudes de mantener cierta rutina en las acciones de la vida diaria. La vida de una familia sería un pequeño infierno sin fijar algunas rutinas imprescindibles como los horarios de comidas y de descanso, los momentos dedicados a las tareas del hogar o un horario para que los hijos hagan los deberes o realicen sus hábitos de higiene.
De antemano, señalamos la relevancia de ser moderado, de evitar llegar a los extremos. Es decir, alcanzaremos un nivel óptimo de rendimiento de la rutina cuando no permitimos que el caos inunde nuestra vida o logramos con cierta facilidad ser flexibles cuando la ocasión lo requiere. Evitaremos, de este modo, desarrollar algún trastorno psicológico derivado de tales situaciones. No olvidemos que las circunstancias tienen un carácter dinámico lo que requiere que tengamos la capacidad de adaptarnos con cierta rapidez y agilidad a los cambios que se van produciendo, dejando paso a nuevas rutinas adaptadas a la nueva situación.
Establecer ciertas rutinas nos facilita de un modo notorio la vida: ahorramos tiempo y energía, nos beneficiamos de manejar cierta organización en las tareas a realizar economizando esfuerzos y calma nuestra ansiedad reduciendo la aparición de estrés totalmente innecesario. Nos da seguridad y hace nustra vida predecible hasta cierto punto, lo que nos sugiere un sentimiento de seguridad, de protección, en suma, de normalidad.
Las cnsecuencias de romper con las rutinas son más evidentes en niños y cuando iniciamos los periodos de descanso como vacaciones o viajes. En el caso de los niños, las reacciones se ponen de manifiesto con trastornos en el sueño, cambios en el carácter y el humor por lo cual, se recomienda que los cambios se hagan de forma progresiva y que se respete cierto orden aunque sin rigidez.
En el caso de los periodos vacacionales, puede que la desconexión nos resulte sencilla. Sin embargo, la reconexión suele venir acompañada de mal humor, cansancio, o inapetencia en general. Pongamos una pizca de positividad también en este menester. Es parte de la vida, de tu vida. No merece la pena desperdiciarla en quejas inútiles. Aprovecha para plantearte nuevas metas, idear nuevos proyectos, o abordar nuevas ilusiones.
En definitiva, la rutina no es más que organización. Una organización tan efectiva que posibilita que pasen desapercibidas las ganancias psicológicas que implican la adquisición de autonomía, la conquista de un estilo de vida provechoso, o la capacidad de estructurar extrapolable a otros ámbitos como el profesional. Igualmente, sepamos disfrutar de las ocasiones que nos sacan de la rutina porque también esos momentos nos pertenecen.
Para concluir, comprueba tú mismo cómo tener una vida ordenada, mantiene la mente ordenada, libre de «basura» lo cual nos dejará el camino despejado para concentrarnos en cosas realmente significativas para nosotros a la vez que nos proporciona la oportunidad de descubrir nuevos horizontes.