Censura en el ámbito familiar.
¿Qué ocurre cuando en el ámbito familiar hay censuras, u obstáculos en la comunicación?
Las familias están atravesadas por códigos, mandatos y valores, y también tienen sus aspectos inconscientes circulando. Todo esto interviene en los intercambios que se dan entre sus miembros, y puede generar, eventualmente, censura hacia el comportamiento o el modo de expresión de uno o varios de sus miembros.
Cuando esto ocurre, puede haber explícita censura y descalificación, o puede haber también en general una impronta de distancia e incomodidad que impide a los miembros decir cómo se sienten, y comunicar cuestiones que serían importantes en el vínculo.
La censura hacia otros siempre implica un modo de censura hacia la persona misma. Si la pareja parental (o uno de ellos que se impone al otro) es muy estructurada e intransigente, sólo aceptarán un modo que sea similar al suyo, o al que ellos consideren correcto, y todo lo que se salga de esta línea será rechazado e incluso percibido como amenazante.
La censura puede expresarse de manera directa o puede transmitirse sutilmente, a través de chistes recurrentes o de comentarios que desvalorizan al otro o a aquello que se rechaza de él. La censura tiene un fuerte alcance para la persona que la recibe, y establece una matriz de distancia o de inseguridad a la hora de plantear o de confiar algo dentro del plano familiar.
La censura implica la crítica. Personas que son muy autocríticas, incluso sino lo tienen consciente, también serán fuertemente críticos con las personas alrededor. En el caso de los padres, suelen proyectar tempranamente sus propias exigencias en sus hijos e hijas.
La posición de censura se puede observar incluso en familias que aparentemente tienen buena relación. Pero si se indaga un poco más se observa que sólo se comparte lo que será potencialmente aceptado. Hay un «modo correcto» de hacer y sentir, y dentro del plano de esa familia todo funciona bajo esos parámetros.
Actividades, decisiones, elecciones, gustos, emociones que son rechazadas en lo familiar, empiezan por dejarse fuera. En algunos casos los miembros pueden experimentarlas, pero no compartirlas. En otros, ni siquiera se permiten experimentar aquello que su familia rechaza, sesgando considerablemente su recorrido vital.
En algunos casos, sin embargo, es posible la disrupción, y se puede desafiar o limitar esa censura. Para emprender el camino de individuación hay que poder traicionar en cierto sentido esa estructura familiar. Cuanto más rígida sea tiende a provocar ambos extremos, o huida y rechazo absoluto, o mucha dificultad para abrirse de ella.
Es muy importante tener presente que la censura tiene relación con el poder. En este caso, con ejercer cierto poder en el plano intrafamiliar. La no aceptación de las diferencias o elecciones de los miembros tiene relación con una necesidad de control y cierta omnipotencia, que basa todas las observaciones en los propios principios, a veces heredados de modo inflexible y sin que medie revisión alguna.
Esta modalidad es muy dañina en tanto complica la individuación de los miembros, que se sienten evaluados, censurados, y limitados en sus necesidades exploratorias. A la vez la censura, pensada de este modo, genera en los miembros la sensación de no ser aceptados como son, teniendo esto consecuencias en la autoestima.