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Padres muy exigentes y críticos, ¿Qué consecuencias genera?

Publicado por Lic. Maria V.

La exigencia y la crítica suelen desplegarse muy frecuentemente en el ámbito intrafamiliar. Sus consecuencias pueden recaer, fundamentalmente, sobre los miembros que están en proceso de desarrollo identitario e independencia.

La exigencia y la crítica son dos términos que hacen referencia a actitudes de personas que suelen ser inflexibles y demandantes. Su visión del mundo es considerada como la única correcta, presentando dificultades para aceptar la diferencia. Esta postura se manifiesta proyectada en otros pero implica simultáneamente gran autocrítica y exigencia hacia sí mismos. No permiten o aceptan en otros lo que no se han permitido aceptar en ellos mismos. Y esto suele, además, corresponderse con actitudes transmitidas de generación en generación.

Para los individuos que están en etapa de desarrollo, donde la exploración ocupa un rol tan importante, la exigencia y la crítica coartan esa búsqueda llevándolos, posiblemente, a experimentar inhibición, temores y culpa acerca de todo lo que deseen que se escape de los patrones «aceptados» por el entorno familiar.

La exigencia y la crítica ma-parentales se puede introyectar, pasando a formar parte del psiquismo del individuo y llevándolo a actuar de igual modo con las personas a su alrededor. O puede generar una reacción opuesta, desafiando con rebeldía toda exigencia y toda crítica. Ambas son dos caras de una misma moneda. En ambas el punto de referencia es el discurso familiar, y en ambas se le está dando excesiva relevancia a ese discurso. Por eso, es tan importante poder trabarlo, porque esa es la oportunidad de flexibilizar esa crítica sin la necesidad de reaccionar de manera automática a ella.

Tener una postura autocrítica es importante pero si se mantiene en márgenes que permitan la exploración. Reconocer cuando uno se equivoca, por ejemplo, requiere de cierta autocrítica. Poder crecer  o desarrollarnos en algún aspecto de la vida también requiere de autocrítica, para poder precisamente para reconocer que no lo sabemos todo. Sin embargo, esta autocrítica puede ser tan intensa que impida la exploración y la individuación. Estar demasiado atados a normas, mandatos y roles, a «lo correcto y lo incorrecto» dificulta el proceso personal.

En el medio intrafamiliar esta exigencia, que suele además presentarse ya desde el inicio de la crianza, va condicionando y afectando a la autoestima de niñas y niños, que van creciendo con una mirada autoritaria y censuradora hacia sí mismos.

Por lo general, es en la adolescencia donde más se sufren estos contrastes. La energía que pulsa por la independencia se choca con las paredes y la resistencia de la exigencia y la crítica. Todo intento por diferenciarse puede ser percibido por los padres como amenazante, intentando coartar o limitar este intento de individuarse.

En la vida adulta, esto sigue manifestándose por medio de la crítica excesiva a modos y elecciones de vida. Censurando aquello que no se corresponde con los propios.

La identidad de género y las decisiones entorno a la sexualidad suelen ser terrenos en los que se generan grandes conflictos, precisamente porque es la aceptación de la diferencia la que resulta obstaculizada.

Cuando una dinámica de este tipo se instala en el plano familiar, puede llevar a que la crítica y la exigencia discurran en direcciones múltiples, siendo también luego hijas e hijos quienes critican a los padres y a sus hermanos.

Reconocer estos patrones en el ámbito familiar pueden ser muy importantes a la hora de marcar límites y tomar decisiones que permitan aceptar el recorrido de otros, y permitir la propia exploración.