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Ciencia y naturaleza

Publicado por Malena

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El hombre no tiene conciencia de su ineficiencia.

El hombre moderno, ha hecho de la ciencia su ámbito de contención y de la técnica sus herramientas para dominar las fuerzas naturales, todo esto para defenderse del medio y satisfacer su necesidad de seguridad.

La razón lo está llevando cada día más a transitar un camino sin retorno, contrario a la naturaleza, porque el hombre no confía ni acepta ser parte de ella.

Somos seres preprogramados que nacemos con la capacidad de aprender y con inteligencia natural para descubrir todo lo que necesitamos y construir un mundo mejor, pero nos aferramos a pretensiones y quimeras antinaturales.

La naturaleza es generosa y pródiga y nos muestra cómo se puede desarrollar y crecer de la mejor forma y con sencillez, manteniendo la vida a toda costa y aceptando lo inevitable.

Evidencia una paciencia infinita, un ritmo sostenido y una fuerza extraordinaria para enfrentar las adversidades, sin apartarse de sus estrictos patrones.

El planeta tierra tiene mecanismos de defensa muy severos contra el atropello de sus propios hijos, y jamás permitirá que el hombre se salga con la suya.

Aunque ninguno tenga conciencia del respeto que le debe a la madre tierra, ella se encargará de restablecer el orden natural y el equilibrio ecológico necesario para su subsistencia, aunque tenga que deshacerse de todos los que atentaron contra ella.

El fin del mundo es la proyección que hace el hombre de su propio fin, porque no es el mundo el que va a terminar sino él.

El poder es como una droga para el hombre porque le permite sentirse invulnerable y tener el dominio de lo natural y del prójimo, con la falsa creencia que puede mantenerlo para siempre; aunque la sombra de los demás esté siempre al acecho para arrebatárselo.

No existe nada artificial que sea mejor que lo natural y nunca el hombre ha podido igualar la perfección de la naturaleza con su poder creador.

Los seres humanos tienen la misma inteligencia de la naturaleza pero su imperfección no le ha permitido expresarla de la misma manera y solamente ha podido lograr una burda copia grotesca de ella.

En todas las épocas el hombre ha tenido la intuición de que merece un castigo por su desobediencia a la ley natural. El mito del fin del mundo es la expresión inconsciente del deseo de redención de todos los hombres que se siguen creyendo dioses.

Parecería que la historia no es suficiente prueba para desalentar el afán de poderío y aprender que somos todavía seres muy inferiores e incapaces para competir con el orden natural y que todo intento destructivo desencadenará los mecanismos de defensa correspondientes.

Todavía estamos a tiempo de despertar y ver la realidad tal cual es, entregarnos a ella sin condiciones, liberarnos del miedo y de las obsesiones y de ser más felices