Beneficios de estar en conexión con la naturaleza.
«Conectá con la naturaleza» es una frase que escuchamos frecuentemente, incluso se vuelve un cliché. Pero hay verdaderamente detrás de ella todo un bagaje interesante de analizar. Principalmente desde el enfoque en salud mental y emocional.
Podemos pensar que aunque una persona esté en el entorno natural más bello, si no está bien psicológicamente, tampoco estará bien ahí. Pero lo que ocurre en estos casos es que la persona está pero no está. Conectar con la naturaleza no implica necesariamente vivir en un medio natural, es tener la capacidad de conectar con lo que nos rodea.
Así, podemos buscar la conexión con la naturaleza incluso inmersos de la ciudad. Aunque sea más difícil pero aún así es posible. Poder desplegar esta conexión implica cuestiones muy sutiles: la contemplación, la disposición de los sentidos y la capacidad de ser receptivos, entre otras.
Esto no es sencillo. Cuanto menos habituados estamos, más difícil es ejercitarlo. Pero como cualquier otro hábito, se fortalece en la medida en que se experimenta.
La naturaleza nos muestra sus ciclos de manera muy clara. Sólo observando accedemos a ritmos que nos representan. El cambio y la transformación, y el paso de una etapa a otra, que muchas veces son tan difíciles de ejercer en nuestra vida, en el entorno natural se manifiestan con simpleza y sin cuestionamientos.
El sostenimiento de los procesos, la espera y los tiempos de cada cosa, tan difíciles de tolerar y tan asociados a la ansiedad actual, también están presentes en la naturaleza.
Como la frase sugiere, quizás de manera redundante, conectar con la naturaleza implica «Volver a las raíces». A entornos que nos rodearon desde tiempos ancestrales y aún nos rodean, pero de los cuales el desarrollo y la civilización nos fueron alejando cada vez más.
Muchos de los problemas que experimentamos en la vida actual no se comprenden porque han perdido contacto con su raíz. El ser humano busca respuestas en otro lado, pero en la naturaleza yacen, más bien viven, la mayor parte de esas respuestas.
Trabajar aspectos terapéuticamente es fundamental en gran cantidad de casos. Ni la naturaleza, ni la meditación, ni el yoga por sí solos van a destrabar un conflicto interno. Pero sí pueden ayudar y mucho, más aún si está habilitada la posibilidad de vincularse y dejarse transformar por ello.
Los ritmos presentes en la naturaleza nos permiten contrastar aquellos ritmos actuales que llevamos como parte del sistema consumista y competitivo actual. Contrastarlos nos hace entender que en algún momento fueron creados, y que muchas veces pretendemos adaptarnos a un modo que no es necesariamente saludable.
Habitar el mundo de manera auténtica implica poder cuestionar lo impuesto y lo masivo. Estar dispuestos a la receptividad y no solo a la actividad constante. Entender que el cambio y la transformación son parte de la vida y del crecimiento. Contemplar la naturaleza, nos permite por un lado, reconocer lo compartido, y por otro afianzarnos en nuestra humanidad.
Nos permite vincularnos con aquello que nos excede, sintiéndonos parte de un todo, entendiendo que no somos seres aislados. Implica afianzar el ahora, conectando a la vez pasado, presente y futuro.
Poder hacerlo nos enriquece, nos permite trabajar nuestra identidad, singular y colectiva, y, con el trabajo adecuado, reducir los síntomas que son propios de la vida contemporánea.