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Cuando comprar es una compulsión.

Publicado por Lic. Maria V.

Actualmente el consumo es parte del sistema socioeconómico. La sociedad actual demanda en gran medida consumir constantemente. Los nuevos avances, la nueva tecnología, la moda, los estándares de belleza, entre otros, generan nuevas necesidades e impulsan al consumo. Según los intereses las personas consumen productos diversos, pero la gran mayoría está inserta dentro de la dinámica sistémica de consumo. Es muy difícil, sino imposible, mantenerse al margen completamente.

Considerando las variaciones que pueda haber, cuestionándonos acerca de qué es consumir, cuanto es mucho, cuanto es poco, aspectos difíciles de elucidar, sí podemos hablar de cuando el consumo se vuelve una compulsión.

Como toda compulsión cumple con un carácter automático, impulsivo, sin raciocinio de intermediario. Lo observamos cuando, literalmente, la persona no puede dejar de hacerlo, por más que lo intente. Hay una fuerza que la impulsa a seguir, y que transforma esa conducta en excesiva y repetitiva.

Las personas que presentan compulsión en las compras tienen episodios donde compran en exceso, gastan más de lo que tienen y se endeudan, sintiendo luego remordimiento y culpa.

Cualquier consumidor o consumidora compra por lo general por un impulso. La publicidad se basa en esto porque estudia la psicología del cliente, y se sabe que la gran mayoría de los consumos se da en general por un impulso. Pero quienes compran compulsivamente, lo hacen en exceso, hay algo de pérdida de control y de no poder detenerse que le otorga una categoría diferente.

La compra compulsiva es arrasadora, no mide lo que se compra, ni el valor, ni la utilidad, ni el contexto económico en el que está la persona. Por este motivo, los productos muchas veces quedan sin uso, y esta compulsión puede terminar (o no) en una acumulación, por el exceso de objetos que se adquieren.

Por lo general la conducta compulsiva suele desarrollarse más en momentos de angustia o ansiedad. Como muchas otras conductas compulsivas buscan subsanar una falta o carencia mediante la reiteración de algo que produce placer momentáneo. Así mientras muchas personas «ahogan penas en el alcohol», los compradores compulsivos usan esta descarga a veces como modo de sobrellevar la angustia.

Tener posesiones es, sin ir más lejos, un modo de sentirse menos solo. Las posesiones personales a veces se transforman en algo que recubre o pretende amortiguar la soledad. No poder parar de adquirir nuevas posesiones podría leerse como la necesidad de acumular, de no dejar ir nada. Esto sin embargo, no siempre es así. En muchos casos la cuestión no está en desprenderse, porque pueden fácilmente regalar sus posesiones posteriormente, sino que el asunto se aboca a repetir la satisfacción que produce la compra.

En los casos en que estas conductas son muy reiteradas se puede agravar la situación pudiendo llevar a serios problemas financieros y complicándose con otros síntomas.

Las personas que experimentan este tipo de compulsión sienten emociones intensas al comprar, y una sensación de urgencia incontenible antes de hacerlo. Posteriormente sienten satisfacción y alivio, y pasado un tiempo pueden aparecer, como mencionamos antes, culpa y remordimiento. Los productos que se compran no obedecen a una necesidad ni a un pensamiento previo, es una compra excesiva y vacía que cumple la única meta de satisfacer esa necesidad de descarga.

Es recomendable que quienes presenten un cuadro similar consulten con un profesional.