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Diferencia entre egoísmo y autovaloración.

Publicado por Lic. Maria V.

Diferenciar entre egoísmo y autovaloración es sumamente importante para poder romper con cierto prejuicio que establece que todo acto de autocuidado, de valoración de aspectos propios, de puesta de límites es considerado egoísta.

Y el egoísmo es, a su vez, muy mal concebido socialmente. Hay muchos discursos y mandatos que se enfocan exclusivamente en la acción solidaria hacia otros, pero desprecian el cuidado propio.

Despojarse y desconocerse a sí mismo en pos de volcarse a las demandas externas no es la respuesta. Y en mucho de esto también está presente el egoísmo, porque el reconocimiento y la imagen de “ser bueno/a y hacer lo correcto” tiene mucho peso para quienes se ubican en esa posición.

Podemos establecer ciertas diferencias entre ambos conceptos  que nos permitan cambiar ciertas asociaciones estancas y nos habiliten para reflexionar y producir otras.

El egoísmo no es un estado negativo en sí mismo. Hay momentos en que inevitablemente debemos ser egoístas. Transitamos por períodos de enfermedad, alteraciones emocionales, vivencias difíciles de metabolizar, o episodios que activan nuestro modo supervivencia en los cuales momentáneamente ubicamos toda la atención hacia nosotros mismos. Con algunas variaciones, por supuesto, ya que depende del sujeto y la situación. Pero en esencia, es esperable que se vivencien momentos en los cuales dirigir la atención hacia el entorno no sea posible.

El egoísmo cobra otra dimensión cuando la persona en cuestión no puede salir de ese lugar. Es decir, su energía está orientada casi exclusivamente hacia sí misma, presentando gran dificultad para atender o priorizar demandas de otros. 

El egoísmo así descrito se distingue considerablemente de la Autovaloración. Esta permite, como el término mismo indica, valorar y reconocer aspectos propios, poner límites a las demandas externas, proteger la salud y ejercer el autocuidado. Esto no imposibilita registrar y atender a las demandas de otros. Por el contrario, la persona que tiene desarrollada la autovaloración estará más disponible emocionalmente para otros y forjará vínculos más saludables.

Poder valorar lo propio es un acto de habilitación personal. Se separa de la actitud de egoísmo constante o de altanería. De hecho, alardear constantemente sobre sí mismo es una actitud que más bien denota carencia de valoración personal, y por esto, requiere de la búsqueda constante de reconocimiento.

Así podemos ir estableciendo diferencias: una persona egoísta no necesariamente se valora a sí misma, y la autovaloración no implica egoísmo. 

La persona con un alto grado de narcisismo no puede dirigir su atención a otros. Incluso por más que externamente lo haga, no está emocionalmente disponible para ese otro, su foco está en sí mismo, y no puede redirigirlo, sea cual sea la razón por la cual esto le ocurre.

Esto se distingue de la atención que necesariamente debemos volcar hacia nosotros mismos eventualmente. Atender a los propios asuntos es esencial para poder resolverlos.

Habiendo marcado estos cuestionamientos, entendemos, en primer lugar, que la atención hacia uno mismo no es un problema en sí. Necesitamos del trabajo sobre los propios asuntos porque esto es lo que habilita mayor conciencia y cambios a nivel personal y también colectivo.

Si el cuidado y la valoración propia logran desarrollarse, la persona se siente habilitada para poner límites y respetar sus propias necesidades y deseos. Habilitando, a la vez, mayor empatía y respeto por las diferencias y necesidades de otros.