Diferencia entre Síntoma y Fantasma
Cuando decimos que en la experiencia analítica tenemos que poder diferenciar qué es del orden del síntoma, y qué atañe al fantasma, tal vez necesite una explicación que nos hace ir a la obra de Lacan.
En la experiencia del psicoanálisis no todo es el bla bla bla, el significante, la palabra, lo simbólico; sino que a veces la experiencia misma nos confronta con la angustia, la manifestación más clara del objeto a. Digamos que al objeto a no lo vemos, no es una entidad en sí, sino que sabemos de él a partir de por ejemplo, la angustia, que situamos en el registro de lo real. En tanto tal, dirá Lacan que la angustia es el único afecto que no engaña.
Como toda estructura, la estructura de la experiencia analítica es real, simbólica e imaginaria.
La dimensión del objeto a en tanto registro real, es el descubrimiento psicoanalítico de Lacan por excelencia. Así, la diferencia entre síntoma y fantasma se encuentra en relación con esta diferencia que establecemos entre significante (sujeto del significante) y objeto (el objeto a)
Miller, en principio y siguiendo a Lacan, sitúa el final de análisis en relación al fantasma, y no al síntoma -algo que luego se reformula ya que en la última enseñanza de Lacan se vuelve a pensar al síntoma de final de análisis como “sinthome”. Pero vayamos por orden. En este momento de su enseñanza, Lacan plantea el fantasma relacionado con el final de análisis; y el síntoma, en cambio, vinculado a la entrada en análisis.
Ya lo he dicho en alguna parte: para que se produzca la entrada en análisis es necesario que el síntoma se articule en la transferencia. En términos freudianos, que se instale la “neurosis de transferencia”.
En segundo término, está esa oposición entre significante y objeto. Ya que lo que predomina en el síntoma es su articulación significante y su lugar en la entrada en análisis propiamente dicha.. por el contrario, en el final de un análisis tenemos al objeto a, lo propio del fantasma.
También en relación ala clínica implica operaciones diferentes: por un lado, lo qyue tiene que ver con los síntomas llevan a una desaparición de los mismos. Lo que conocemos como levantamiento del síntoma.
Para hablar de fantasma, Lacan habla de “travesía”, atravesamiento.
Así, respecto de la medicina, podemos decir que el psicoanálisis es un discurso diferente. El médico quiere que la cosas funcionen, suprimir, eliminar el síntoma. Discurso del Amo, dirá Lacan. En cambio, el discurso analítico apunta éticamente a otra cosa: no quiere el “bien” del analizante, sino que la ética del psicoanálisis apunta a interrogar la responsabilidad del sujeto en su sufrimiento mismo, deseo del analista mediante.
La ética en psicoanálisis implica una posición frente a lo real del sufrimiento, frente a lo que no anda en tanto que real.
Para terminar, el paciente cuando consulta se queja de su síntoma en todo caso. No se queja de su fantasma –en cambio, como ya les he dicho, con el fantasma se goza. Hay un placer en él. Por eso el paciente no se queja de eso en un primer momento.
El fantasma está vinculado a la construcción que el sujeto hace a partir de encontrarse con el deseo del Otro. Como dije en otro artículo, ante eso enigmático del encuentro con el deseo, la falta del Otro, el sujeto a construir una respuesta, un fantasma, para cubrir de alguna manera la angustia que esa pregunta “¿qué me quiere?” (qué quiere el Otro de mí) conlleva para el sujeto.
FUENTE: MILLER, J.A «Dos dimensiones clínicas. síntoma y fantasma»