Duelo no resuelto, ¿cómo reconocerlo?
Los procesos de duelo cambian según la persona que lo transite. Hay quienes demoran más o menos en tramitar una pérdida. Y, si bien se estipula de 6 meses a un año aproximado el tiempo adecuado para procesarlo, esto es muy variable según el caso por caso.
Más allá de esto, si se extiende demasiado en el tiempo, se puede hablar de una duelo patológico o no resuelto. En este caso es importante la atención psicológica para poder acompañar ese proceso a su cierre o finalización. La pérdida de un ser querido no se resuelve de una vez y para siempre, la nostalgia y la angustia ante el recuerdo pueden seguir apareciendo incluso mucho tiempo después. Sin embargo, es importante observar si la persona está pudiendo continuar con su vida, o si queda detenida producto de esa pérdida.
Los duelos pueden deberse a pérdidas de distintos tipos. La pérdida puede ser el fallecimiento de un ser querido o el alejamiento. Puede deberse a una ruptura de pareja, o a la pérdida de cierta estructura o etapa vital previa, por ejemplo. Y cada persona posee sus propios recursos para afrontar las pérdidas. Recursos que estarán determinados o influidos por sucesos de la vida personal y por cuestiones también de transmisión generacional y colectivas.
En familias o culturas en las cuales el desarraigo, y la pérdida ha sido reiterada y/o traumática, esto puede influir en el modo en que un miembro en particular afronte las pérdidas.
Las respuestas frente a la pérdida pueden ser de tinte depresivo o negadores-maníacos. En líneas generales hay quienes logran angustiarse por la pérdida y quienes actúan casi como si nada hubiera ocurrido. Entrar en duelo implica poder conectarse con esa pérdida y es de por sí un logro significativo. La cuestión es que es estado no se eternice, impidiendo que el individuo salga y se recupere.
Las señales que nos indican que un duelo puede estar irresuelto o ser considerado patológico podrían ser:
- Notar que la persona, pasado tiempo considerable de la pérdida (más de un año, aunque según el caso y las circunstancias particulares) sigue angustiándose significativamente, entrando en ciclos de nostalgia de los cuales no le resulta fácil salir.
- No puede hablar ni rememorar acerca de la persona perdida, y suele evadirse cuando alguien menciona el tema (del mismo modo, luego de un año o de un tiempo significativo).
- O por el contrario: habla permanentemente de eso, con dificultad para cambiar de tema. En general es un discurso de queja y lamento por la pérdida, lo que denota que aún sigue siendo una herida abierta.
- No logra, o le resulta muy difícil seguir con sus actividades diarias, proyectar a futuro u orientar su energía en otros asuntos/temas.
- Le cuesta recordar a la persona con sentido del humor, o traer memorias enriquecedoras sobre la persona que no está (después de cierto tiempo).
- Puede tratarse de un cuadro de depresión grave, si la persona no logra salir de ese estado de melancolía. (Luego de un tiempo considerable, presenta desgano, irritabilidad, dificultad para sostener actividades, angustia, e incluso ideas de muerte).
Es muy importante poder reconocer estos signos, para poder motivar a una consulta en casos en que sea necesario.
Muchas veces damos por sentado que las pérdidas son dolorosas (y es verdad que lo son), pero podemos naturalizar cuestiones que en realidad necesitan ser tratadas.