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El Sonido

Publicado por Malena

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El sonido de baja frecuencia nos puede enfermar, el de alta frecuencia nos puede destruir y el ruido nos puede matar.

Los oídos humanos tienen la capacidad de registrar sonidos dentro de ciertas frecuencias. Fuera de esa escala no pueden hacerlo porque carece de células receptoras para identificarlos.

Estos sonidos que no podemos escuchar son los ultra sonidos de una frecuencia superior a 20.000 Hertz, mayor de la que podemos oír y los infrasonidos, inferior a 16 Hertz , más bajos de los que puede registrar nuestra audición normal.

Los ultra sonidos y los infrasonidos también son registrados pero no con el sentido de la audición.

Las zonas sísmicas terrestres producen vibraciones inaudibles para nosotros pero posibles de identificar para los animales. Varios días antes de producirse un terremoto importante suelen mostrar conductas atípicas: los perros ladran sin parar, los gatos maúllan en forma no habitual, los cerdos dejan de comer, los caballos relinchan como nunca y en general todas las mascotas se muestran asustadas y buscan lugares seguros para guarecerse o escapan.

El infrasonido que parecen producir los cambios en los campos electromagnéticos, que algunas personas llegan a percibir antes de un movimiento sísmico importante, puede producir dolores en el cuerpo humano, demostrando la sensibilidad que tenemos, pero nadie repara en estos indicios ni los asocia con un eventual terremoto.

El agua es mejor conductora de las vibraciones y estos avisos de alarma más claros llegan a los océanos y a los ríos provocando en los peces conductas erráticas.

El sonido de baja frecuencia puede producir dramáticos cambios anímicos en las personas. Se trata de zumbidos de baja frecuencia producidos por aparatos eléctricos o cables, inaudibles pero detectados por el cerebro, que producen sensaciones de presencias extrañas, incomodidad, frío, percepción de apariciones fantasmales o de seres que se pueden llegar a identificar como extraterrestres.

Las interpretaciones de estas percepciones cambian en función de la educación, la creencia y la cultura del sujeto que las experimenta.

Estas experiencias se han estudiado en forma experimental con equipos que generan campos magnéticos de bajo poder, con la participación de voluntarios. Los sujetos son introducidos en un cuarto oscuro y sometidos a la influencia de estas vibraciones que son registradas con electroencefalogramas para poder localizar la zona del cerebro que se activa.

Los participantes tienen experiencias de serenidad, tranquilidad que nunca habían experimentado y sensaciones de presencias religiosas y angélicas, que suelen resultar muy significativas e importantes para los sujetos.

Posteriormente, seleccionando la zona del cerebro provocadora de estas percepciones, se lograron los mismos resultados, que a los sujetos les parecieron muy reales

Con alta frecuencia se puede disolver un cálculo renal sin necesidad de realizar operaciones cruentas y la baja frecuencia también puede apagar “misteriosamente” una vela.

Los delfines concentran ondas de energía y con ellas pueden influenciar a niños con síndrome de Down, autismo o con discapacidades, generándoles mayor confianza y tranquilidad y ayudándolos a desarrollar más su potencial de aprendizaje.

La proliferación de cables de alta tensión, antenas de televisión o líneas telefónicas producen sonidos de baja frecuencia que afectan la salud.

Personas con trastornos anímicos bastante graves se mejoraron rápidamente cuando se detectó el foco generador de vibración sonora de baja frecuencia y se anuló la fuente de propagación.

Puede tratarse de motores que se encuentran a mucha distancia, acondicionadores de aire, extractores, cables, o sonidos inaudibles de vehículos o subterráneos que circulan lejos.

Sabemos que la música de Mozart, por su excepcional armonía, produce cambios en el ritmo cerebral, relajando el cuerpo y tranquilizando la mente.

Algunas voces humanas también pueden lograr sonidos puros sanadores, equilibrando los sistemas orgánicos, y por el sonido de la voz de una persona se pueden localizar problemas orgánicos.

Hay muchos sonidos que no registramos con nuestros cinco sentidos pero que podemos percibir de otra manera, provocando fenómenos que nos inducen a creer que son sobrenaturales.