El temor al paso del tiempo.
¿Qué implica temer al paso del tiempo? Y, ¿A qué puede deberse?
El tiempo suele ser el causante de estrés y ansiedad, porque es algo que no manejamos, que discurre por fuera de nuestra intervención. El tiempo es como tal una convención, una creación que ha llevado a cabo la humanidad para poder tener cierto registro sobre él y estipular ciertas etapas y ciclos que nos sirven para ordenar nuestra vida.
Más allá de estos intentos por aprehenderlo, el tiempo siempre se escapa. Su paso es en esencia subjetivo, y hemos experimentado esto durante el confinamiento, por ejemplo. Cambian las rutinas, los hábitos y cambia el registro que tenemos sobre el paso del tiempo.
El nivel de compromiso o de disfrute con lo que está sucediendo es también importante como factor de determinación en cuanto a la percepción de la velocidad o lentitud con la cual transcurre.
Temer al paso del tiempo es muy frecuente porque implica esa negación, en cierta medida, a aceptar que no lo controlamos y que su paso representa cambios e incertidumbre. Tanto un aferramiento al pasado, nostalgia por la infancia o por tiempos ya transcurridos, como la aceleración y la ansiedad respecto al futuro, dificultan la apreciación de la vivencia presente.
Vivir en conexión con lo que va ocurriendo paso a paso permite valorar lo que se presenta, sin necesidad de compararlo con momentos pasados o activar expectativas futuras.
Por lo general, el temor al paso del tiempo representa para muchas personas un temor a la pérdida de juventud, de belleza, de capacidad productiva. Y esencialmente un temor al deterioro, y en el trasfondo, a la muerte. Sabernos seres finitos y conscientes de esa finitud, genera cierta angustia asociada al devenir y a los efectos que el tiempo puede impartir en nuestra mente y en nuestro cuerpo.
Las sociedades actuales de tecnología, velocidad y consumo nos ubican en un plano complejo respecto a estas cuestiones. Si todo pasa rápido, y siempre hay algo nuevo, la adrenalina y el vértigo de la velocidad acentúan esta sensación de que el tiempo se escurre. La contemplación , la receptividad y el cultivo de lo simbólico y espiritual, que durante tanto tiempo fue esencial en el sostenimiento y la evolución de la humanidad, hoy se halla vacío, no ocupa un lugar primordial en la agenda de venta, y esto produce una profunda crisis de sentido que sin duda tiene relación con el temor al paso del tiempo.
El temor al paso del tiempo se acentúa si no encontramos sentido o propósito. Si transcurrimos por un día a día vacío de sentido, el tiempo transcurrirá de esta forma, y probablemente se tendrá la sensación de que el tiempo se está «perdiendo». La presión por la productividad tampoco ayuda en este panorama.
Encontrar una verdadera pasión y desplegarla en lo cotidiano es una manera de dar consistencia a las vivencias y de algún modo sentir que el tiempo más que escurrirse se está viviendo, con toda la integridad y autenticidad posible.
Es interesante reflexionar acerca del paso del tiempo, y poder cuestionarnos también respecto a cómo y en qué cosas invertimos nuestra energía, y cuáles son nuestros propósitos. La introspección sobre estas cuestiones habilita a hacer cambios y a poder separarnos de las dinámicas muchas veces automatizadas que se plantean en el sistema actual.