Estrategia obsesiva
Les he hablado de la histeria, del pasaje del triángulo al discurso histérico en la enseñanza de Jacques Lacan a partir de la introducción del objeto a.
De la obsesión no hay discurso, porque la obsesión, retomando a Freud, es un dialecto de la histeria.
En la obsesión, si tenemos que diagramarlo como hicimos con la histeria, a partir de un triángulo, tenemos en la base, la relación del yo con sus objetos, y en el vértice del triángulo, arriba, tenemos el lugar del Palco, el Otro completo, lo que el obsesivo intenta sostener a toda costa. Así, en su estrategia, en ese lugar el obsesivo tiene también una identificación narcisista. Un lugar en el Otro, pero en el cual el sujeto obsesivo pone una identificación narcicística.
En la base del triángulo,el trazo que va del Yo a los objetos, tenemos ese campo cerrado del yo que nos muetsra el obsesivo. El que llamamos «el yo fuerte del obsesivo». Lo que se busca con la estrategia obsesiva es que esos objetos (mujeres, amigos, trabajo, etc.) no salgan del campo de la demanda.
Tenemso el desdoblameinto del obsesivo que situamos como el desdoblamiento del yo: por un lado el obsesivo se coloca completando al Otro (para que no se caiga, no se descomplete) y por otro lado está en la escena con los objetos. ESe es su desdoblamiento, y en la clínica lo que vemos es esto de nunca estar del todo en ningún lado…
¿Qué es lo que el obsesivo, en su estrategia, intenta dominar? ¿Qué es lo que intenta domesticar? Pues que no aparezca el deseo (A barrado). En el palco, en ese lugar donde al Otro puede faltarle un significante (estar barrado, dividido) pone su yo para completarlo y que no le falte nada.
Se trata de una estrategia armada para no encontrarse con la barradura del Otro. Es así que el yo lo tiene puesto, por un lado, en el palco, identificado al Otro que desde allí arriba mira toda la escena, controla todo.
Todas las proezas del obsesivo, que en las consultas viene a contar y contar, están dirigidas al palco; es decir, al Otro. En la escena (base del triángulo), en su relación con los objetos de su demanda, el obsesivo es un «tipo duro».
El palco le da ese lugar de garantía en la escena con los objetos. El obsesivo quiere funciona él mismo (identificado al Otro completo) como garante del cálculo exacto: que nada falle, que todo funcione, que no hay problemas, que nadie esté disconforme, etc…
El obsesivo quiere un Otro completo.
Clínicamente, en lo que atañe a la posición del analista en la dirección de la cura del sujeto obsesivo, teniendo en cuenta estas teorizaciones, deberá no quedarse como muerto, en el lugar del palco, ahí, completo, contemplando lo que el obsesivo viene a mostrarle con sus hazañas de yo fuerte. Hay que desempolvar esa posición.
El analista tiene que mostrar una posición deseante (no muerto) en actos específicamente que lo rpesenten como deseante, porque la vía d ela pregunta se tratbajará en el eje a-a’. Las intervenciones por la vía del «desdén» son las que Lacan «aconseja» para la dirección de la cura del obsesivo.
FUENTE: Seminario «La dirección de la cura», Cita 2003.