El obsesivo y el Otro
Seguiremos hoy con esta cuestión tan clásica de la neurosis obsesiva como es la fortaleza yoica prevalente.
Dije que esta fortaleza tiene que ver con una estrategia: defenderse del deseo. Y toda situación que enfrente al sujeto obsesivo con un deseo, suele generar tensión con sus objetos: en ese eje imaginario de la experiencia.
De este modo es que Lacan no aconseja «meterse» en ese juego, interpretar la agresividad; por el mismo Lacan sabemos que la cuestión no es con los otros con los que se pelea, lo que quiere tener controlado, etc.; sino que todo tiene que ver con el «para quién»?: para el Otro, un Otro que él necesita sin deseo, muerto. Y para eso, el obsesivo trabaja y trabaja incansablemente…que el Otro no se caiga…
Se trata del «desdoblamiento» del obsesivo: poniendo parte de ese yo fuerte en el lugar del Amo, del que controla todo…
Es decir, por un lado e yo está en la escena, con sus objetos, tratando de domesticarlos, de y pcontrolarlos y dominarolos; por otro, en el palco, mirando, controlando todo…¡que nada falte! Porque ahí, aparece el deseo, la fortaleza se quiebra y aparece la angustia.
Toda su «defensa» está estratégicamente construida para no encontrarse nunca con el deseo.
Esta es una manera «rápida», si se quiere, de plantear estos temas, por supuesto. Pero solo me interesa dar aquí un planteo general de la obsesión en la enseñanza de Lacan.
En el escrito que vengo trabajando, «La dirección de la cura y los principios de su poder», Lacan trae un caso, para dar cuenta de la estructura del deseo obsesivo (Así como trabaja el sueño de «la bella carnicera» para dar cuenta de la estructura del deseo histérico)
A propósito del caso, dice que hay que estar atento a «lo verbal», a los «artificios del discurso», por ejemplo en los «peros…» que aparecen en el discurso. Digamos que en el plano significante, teniendo en cuenta la estructura de la frase, lo que viene luego del «pero» es una anulación, el segundo tiempo del síntoma obsesivo…Este es un claro ejemplo de la anulación en la estructura del lenguaje, en este tiempo de la enseñanza de Lacan presidido por el axioma:»el inconsciente está estructurado como un lenguaje».
Y estos momentos pueden servirnos para hacer un corte. Para que quede en suspenso, que no aparezca ningún significante anulando su deseo, confrontarlo con su deseo es el fin del corte.
El corte va en contra de su estructura defensiva, un corte que habilite la división subjetiva.
Es muy difícil con los sujetos obsesivos obtener esa división solo por a vía significante. Porque el obsesivo sabe mucho de sus síntomas, es muy «consciente» de lo que le pasa, entonces ese saber opaca el saber que realmente interesa en un análisis: el saber inconsciente. Saber tanto, de su yo, de su defensa, de sus síntomas, lo lleva a un callejón sin salida. En el sentido de que no es por esa vía que hay que ir; habrá que ir cercando al sujeto, y es un trabajo de un largo recorrido.