La autoexigencia como boicot.
La autoexigencia es una característica asociada al perfeccionismo, la responsabilidad, las normas morales o a demandas de cumplimiento social y grupal.
Las personas autoexigentes buscan lograr lo mejor, admiran a los mejores en su área y no se conforman con resultados mediocres. Este impulso a superarse a uno mismo y a exigir lo mejor de sí y de otros tiene una contracara compleja.
A diferencia de lo que se busca lograr, que es hacer algo de la mejor manera posible, la autoexigencia puede volverse un boicot que impide el inicio de la acción. La autocrítica extrema no deja lugar a la prueba, frenando el recorrido y trabando los procesos incluso antes de ser comenzados.
Para poder actuar, dar el primer paso en algo, ser nuevo, ser aprendiz, hay que poder tolerarlo. Las personas muy autoexigentes no toleran estos primeros momentos, estos primeros pasos de aprendizaje, el tiempo de la prueba-error y la experimentación. Por lo general, dejan antes de comenzar porque su nivel de autoexigencia les impide avanzar paso a paso.
Lo complicado de la autoexigencia es que, por lo general, se transmite y se observa como una característica muy valiosa, de quienes buscan la “excelencia” en lo que hacen, son ambiciosos y determinados. Al verse esto como un rasgo positivo se impide visualizar la contracara que aquí mencionamos.
La autoexigencia puede volverse un gran problema, puede convertirse en la razón central de detenimiento e incluso parálisis de la acción.
El nivel de autoexigencia debe ser tal que permita el error, el fracaso, los resultados no satisfactorios. Sino el proceso nunca se pone en marcha, y lo que sucede es que se erige una personalidad escéptica, sumamente crítica hacia otros y hacia sí mismos y llena de excusas y razones que obstaculizan la posibilidad de poner en acción lo que se desea.
Así, los proyectos propios quedan en últimos planos, argumentando miles de razones para su no ejecución. Nada es lo suficientemente bueno para al menos ser intentado.
Esta posición cuadra con una instancia superyoica sumamente sádica y déspota, una posición crítica desmedida acerca de todo lo que el sujeto puede o podría hacer. Impidiendo el desarrollo de su ser creativo.
La persona queda entonces presa del cumplimiento de estructuras externas sin posibilidad de cuestionarlas o modificarlas. Todo aquello que implica la puesta en acción de algo propio es censurado, postergado o anulado.
La autoexigencia también es un rasgo asociado al narcisismo, porque todo lo que la persona haga pretende corresponderse con una imagen perfecta o ideal que se ofrece a los demás. Si el sujeto falla, o lleva a cabo algo que no cumple con los estándares, estropea esa imagen. Por lo tanto prefiere no hacerlo, no arriesgarse.
Es fundamental tener en cuenta que la autoexigencia posee en potencia todas estas consecuencias, para poder registrar cuando algo de lo que querríamos poner en juego, se frena reiteradamente.
La autosuperación y la perseverancia para lograr determinado resultado son características interesantes y necesarias para poder progresar en lo que uno quiere, pero la autoexigencia desmedida no da lugar a que ese proceso se manifieste. Por eso, es importante cuestionarla y trabajarla para permitir a la persona transitar procesos creativos y poner en acción proyectos propios.