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La Enuresis o Incontinencia urinaria

Publicado por Malena

la enuresis o incontinencia urinaria

Es una afección sobre la cual aún se ignora bastante y tampoco existe acuerdo alguno sobre sus causas.

Desde el punto de vista psicológico se considera que es la expresión orgánica de dificultades emocionales, como sentimientos de soledad, angustia o desamparo, aunque también puede significar hostilidad, despecho o celos.

Lo que sí sabemos es que se orina en forma involuntaria el que puede y no el que quiere, por lo cual se puede inferir la existencia de una base orgánica que lo hace posible.

La experiencia tempana del contacto prolongado con pañales mojados, permitiendo una mayor tolerancia a la humedad, obstaculiza la adquisición ulterior de los hábitos de limpieza. Si el reclamo del niño es desoído, puede crear el hábito de mantenerse mojado.

Recien a los dieciocho meses un niño puede manifestar su deseo de orinar con gestos pero solo a los dos años puede pedir en forma más explícita.

Al principio suele pedir demasiado tarde, después al mismo tiempo y finalmente con el tiempo necesario. El control diurno consciente se convierte muy pronto en automático durante el sueño.

Ese automatismo, es durante largo tiempo, frágil, tanto de día como de noche y el menor cambio en el entorno puede romper la armonía, como una enfermedad, conflictos afectivos, llegada de un hermano, embarazo de la madre, etc.

También una exigencia extrema, principalmente prematura, es decir, antes de la maduración neurologica, puede provocar el efecto inverso.

Así, como el niño sobrealimentado acaba por rechazar el alimento, el hijo de una madre perfeccionista que intenta imponer un control esfinteriano demasiado precoz, se inhibe en el momento que se encuentra en el lugar indicado para orinar, lográndolo sólo en los pañales.

Según las observaciones de Gesell, de los quince a los venticuatro meses las micciones diurnas se regularizan en forma progresiva. A los venticuatro meses el niño se mantiene limpio de día y de los venticuatro a los treintiseis meses ha llegado a la continencia y puede arreglarse sin la presencia del adulto para orinar durante el día.

En esta misma época, según Gesell, se conserva limpio de noche.

No siempre el dominio del control se considera adquirido en forma definitiva, pudiendo aparecer accidentes a intervalos irregulares antes de llegar a lograrse en forma definitiva, entre los 6 y 7 años, según las investigaciones de este autor.

Existe consenso sin embargo en considerar que sólo es posible hablar de enuresis pasado el cuarto año de edad.

La enuresis evoluciona siempre hacia la cura espontánea y sólo raramente sobrevive a la aparición de la pubertad, con la presentación de la primera polución nocturna de los varones y la primera menstruación de las niñas.

Las estadísticas señalan una mayor cantidad de varones con este trastorno.

Cuando la enuresis está ligada a perturgaciones del caracter, como tendencia a la irritabilidad, rebeldía o hiperactividad, puede ser particularmente difícil de tratar.

La mayoría de los autores coinciden en que los factores emocionales son, con creces, una de las principales causas de la enuresis y de su persistencia.

La curación del síntoma por sí solo no basta, es necesaro el tratamiento global de la personalidad del niño y su entorno.

Aflojar una atmósfera de conflicto y drama, brindar consejos educativos acertados y ganarse la confianza y la simpatía del paciente son las condiciones indispensables para una psicoterapia eficaz.

Ni los padres ni el niño son culpables de la enuresis pero existe un significado para ese modo de expresión que hay que comprender.

También, la sobreprotección rechazante de la madre y la dependencia del hijo puede producir en él la pretensión de castigarla, mojando las sábanas.