Control de la Obesidad
La obesidad es la consecuencia de una adicción, la adicción a la comida.
De todas las adicciones ésta es la más difícil de superar, porque se puede dejar de fumar, abandonar el alcohol o las drogas pero lo que no se puede hacer, es dejar de comer.
Como todas las adicciones, tampoco se cura, pero sí se puede controlar, aprendiendo a comer bien.
En pocos casos la obesidad tiene un origen genético, porque la gran mayoría de obesos que existen se exceden en la comida.
La vida sedentaria y la inclusión en la dieta de comida rápida con alto contenido calórico, son los factores en la actualidad, que inciden en este desorden.
Pero también el stress y los desequilibrios emocionales producen obesidad en personas que han desarrollado un condicionamiento muy temprano, aprendiendo a calmar la ansiedad comiendo.
Este comportamiento es más común que la conducta opuesta, es decir, cuando frente a una situación de tensión emocional la persona deja de comer, como en la anorexia, cuando la persona pierde el apetito y puede llegar a perder la vida.
Otros factores que inciden en el aumento de peso es la publicidad de productos alimenticios que se difunden por todos los medios y que estimulan y alientan el consumo, como también, el surgimiento de gran cantidad de comercios de golosinas que ponen al alcance de la mano y de casi todos los bolsillos una atractiva variedad de envoltorios que incitan a comprar.
Frente a toda esta irresistible tentación se opone un modelo de figura casi esquelética difícil de alcanzar hasta para los que comen en forma moderada.
Aparecen entonces los cuadros de bulimia, que se caracterizan por los atracones y los vómitos provocados, para evitar que lo que ingieren durante un impulso incontrolable los engorde.
El obeso, lejos de ser un gordito feliz es, como todos los adictos, un depresivo que trata de consolarse con la ingesta.
Los grupos de autoayuda son la mejor manera de encarar este problema. En ellos, personas con la misma dificultad se apoyan mutuamente, aprenden a comer en forma saludable y tienen la posibilidad de darse cuenta que la obesidad no solo es un desorden alimenticio sino que es una enfermedad.
Pero para poder adelgazar, lo más importante es tener una buena motivación.
Cuando el sobrepeso es extremo, el hecho de adelgazar puede cambiarle la vida a una persona pero también se puede resentir su entorno.
Los familiares de un obeso suelen sabotearle el régimen, ya que casi siempre esta patología suele ocultar conflictos familiares más profundos, como la necesidad de un enfermo para mantener el equilibrio.
En la actualidad, las estadísticas en este país registran que un 49% de la población tiene sobrepeso. Se espera que en pocos años esta cifra se elevará si no se toman medidas para evitarlo.
Un cuento para pensar
La motivación
Érase una vez una joven mujer muy obesa que vivía sola en un departamento del centro. No salía nunca a ningún lado porque era tan gorda que no podía atravesar la puerta del ascensor y se pasaba todo el día sentada mirando por la ventana, siempre comiendo algo.
Un día se dio cuenta que había una pérdida de agua debajo de la mesada de la cocina y tuvo que llamar a un plomero.
Vino un joven muy apuesto a reparar el caño y ella para que no la viera se encerró en el baño.
Como esa semana no pudo dejar de pensar en él, se decidió a empezar un régimen por Internet.
Al principio bajó rápido porque tenía mucho sobrepeso pero cuando llegó a los cien kilos, como la balanza bajaba muy despacio, se propuso a si misma que para ese fin de mes pondría todo su esfuerzo para ocupar menos espacio.
Llegó a pesar lo que quería y cuando se miró en el espejo apenas se reconocía. Después de todo no era tan fea como pensaba pero igualmente se sometió a dos operaciones para que le quitaran todos los pellejos que le sobraban.
Quedó tan linda que todos la miraban. Entonces decidió llamar nuevamente al plomero antes que nada.