Obesidad y Ansiedad
La vida actual se caracteriza por el alto nivel de estrés. La gente ya no cocina en sus casas, la comida rápida, accesible, apetitosa y rica en grasas representa una salida atrayente que libera a las personas de la esclavitud de las hacer las compras y cocinar, y el “delivery” se ha convertido en un aliado a la hora de comer.
La comida casera se puede decir que ya pertenece al pasado y comer ya no consiste en alimentarse sin apurarse, saboreando cada bocado y distinguiendo los distintos sabores, sino en gratificarse y llenarse lo más rápido posible con comida de alto nivel calórico.
A pesar de los avatares y problemas cotidianos es innegable que la vida se ha vuelto más sedentaria. El automóvil nos proporciona recreación y nos mantiene sentados, los vehículos públicos nos acercan a todos lados, el teléfono nos permite ahorrarnos traslados de un lugar a otro y muchas cuentas se pueden pagar por Internet.
Sin embargo, aunque la vida tal vez en algunos aspectos se haya vuelto más cómoda, la larga lista de compromisos y obligaciones que tienen las personas que viven en las grandes ciudades genera un alto nivel de estrés.
El estrés genera ansiedad y una forma rápida y cómoda de eliminar la ansiedad es comiendo algo apetitoso y rico en grasas, o bien tomando alcohol.
De esta manera comienza a desarrollarse un condicionamiento que es muy difícil de revertir, ya que la misma sociedad promueve el consumismo desde todos los espacios posibles, en la calle, los transportes públicos, las vidrieras, la televisión, la radio, etc.
En lugares poblados la gente vive en departamentos y tiene poco lugar para transitar, el trabajo consume la mayor parte del día y una vez que la persona se libera de esa responsabilidad difícilmente le quede tiempo como para dedicarlo a hacer alguna actividad física, porque sólo le apetece sentarse y prender el televisor.
La mayoría de los trabajos en oficinas se realizan sentados y muchos se ven obligados a almorzar afuera alimentos ricos en sustancias grasas.
Todos estos factores no favorecen los buenos hábitos de vida, sino que predisponen a realizar una vida sedentaria y muchas veces frustrante.
La obesidad produce culpa, culpa por comer más de lo que se necesita porque la comida se ha convertido en una adicción.
Comer es una necesidad para mantenerse saludable y poder disfrutar de la vida haciendo otras cosas, no es sólo la única oportunidad que existe para gratificarse.
Como cualquier otra adicción exige un tratamiento adecuado y un apoyo constante.
La persona obesa corre serio peligro de enfermarse, de tener hipertensión, diabetes y gran cantidad de trastornos que a veces sólo pueden revertirse bajando de peso.
El obeso tiene que enfrentar el desafío de revisar su vida. Qué es lo que está haciendo para cumplir con sus proyectos; qué otra parte de su vida no se está desarrollando, qué agujeros psicológicos se están tapando con la comida.
La ansiedad es una forma de expresar la disconformidad. Hay algo en que estamos fallando, es un llamado de atención que nos avisa que tenemos que cambiar de rumbo.
Hoy es el día para arriesgarse a iniciar una nueva vida y todos podemos empezar de nuevo.
Las dietas muy restringidas en calorías no funcionan. Simplemente hay que aprender a comer moderadamente, de todo pero poco; y luego hacer otra cosa, cualquier otra cosa.
El cuerpo necesita todo tipo de alimentos y éstos tienen que ser ricos y deseables para asimilarlos adecuadamente a la hora que corresponda.
Una vida ordenada favorece los buenos hábitos porque si una persona está muchas horas sin comer, es probable que cuando lo haga cometa excesos.
Todos podemos ser la persona que queremos ser y bajar de peso es posible.