La Neuroteología
¿Es la experiencia religiosa algo inherente a los seres humanos como lo es la sexualidad o el hambre?
Los líderes religiosos y los profetas han tenido revelaciones y han logrado que millones de personas sigan sus creencias por muchos siglos.
Existe una nueva ciencia llamada Neuroteología que está investigando la relación entre la epilepsia del lóbulo temporal y los fenómenos místicos.
Una de las principales fundadoras de la Iglesia Adventista del Séptimo día, nacida en el siglo XIX, tuvo una visión religiosa mientras rezaba.
Al estudiar su pasado, los científicos descubrieron que a la edad de nueve años había recibido un fuerte golpe en su nariz con una piedra que le produjo un desmayo y un estado de confusión durante tres semanas.
Luego de esa experiencia, quedó tan conmocionada y afectada que no pudo volver más a la escuela.
Su personalidad cambió y se orientó hacia la religión. Después de ocho años del accidente tuvo visiones olfativas, fragancia a rosas, y visuales, luces blancas que le sugerían divinidades.
Este cuadro clínico coincide, según los científicos, con el síndrome de epilepsia del lóbulo temporal.
Sin embargo, otros profesionales no opinan lo mismo porque en primer lugar la zona nasal está lejos del cerebro, luego las visiones comenzaron ocho años después del suceso traumático, atípico para estas afecciones cuyos síntomas comienzan antes de los tres años.
En la Universidad de California se han realizado experimentos con pacientes con epilepsia del lóbulo temporal y personas sanas, para comprobar la conexión entre las experiencias religiosas y la epilepsia del lóbulo temporal, habiéndose comprobado una mayor respuesta cerebral en los enfermos que en los sanos, al ser sometidos a estímulos religiosos.
Ciertos experimentos hechos en Canadá han demostrado que estimulando los lóbulos temporales se puede inducir en algunas personas una experiencia similar a una auténtica revelación religiosa, sometiéndolas a la influencia de campos magnéticos.
Se comprobó que los campos magnéticos interfieren con nuestro propio campo magnético, produciendo estimulaciones cerebrales que producen sensaciones de presencias sobrenaturales.
También se constató que no todas las personas llegan a tener esas experiencias aunque les estimulen esa zona del cerebro, aparentemente por falta de sensibilidad en su lóbulo temporal.
Otro experimento realizado con una persona acostumbrada a meditar y que llegaba habitualmente a lograr una sensación de unidad con el todo y pérdida de conciencia del yo, reveló que los lóbulos parietales recibían mucho menor flujo sanguíneo que el resto del cerebro.
También se experimentó con un grupo de monjes tibetanos y monjas franciscanas en los momentos de meditación y oración y se produjo el mismo fenómeno en sus lóbulos parietales. De modo que es evidente que existe una red de diferentes estructuras cerebrales que se activan con estas prácticas.
Sin embargo, todos estos experimentos no pueden probar que una revelación mística sea la consecuencia de la activación de zonas específicas del cerebro, ni pueden negar el valor de Dios.
Más bien podrían probar lo contrario si se interpretara de otra manera. Como que ciertas estructuras cerebrales se pueden llegar a modificar en algunas personas sensibles y llegar a ser receptoras de experiencias trascendentes con ciertos estímulos externos que realmente existen pero que no todos pueden percibir.
Según la teoría de la evolución de Darwin, los seres humanos somos el resultado de la evolución de organismos inferiores que se fueron modificando para adaptarse a los cambios. Significa que todos los sistemas de nuestro cuerpo se han ido organizando de acuerdo a un proceso de adaptación al medio.
La capacidad de experimentar la trascendencia puede ser también un paso evolutivo que permite percibir aspectos de una realidad más profunda, teniendo en cuenta lo común que suelen ser estas experiencias en estos momentos.
Stanislav Groff, un médico psiquiatra, ha comprobado después de más de treinta años de experiencia clínica, que los estados alterados de conciencia permiten acceder al inconsciente, revelar experiencias traumáticas, volver a revivir el propio nacimiento y recordar acontecimientos de aparentes vidas pasadas.
El cerebro es el órgano más misterioso de nuestro cuerpo y aún se desconoce la mayor parte de su funcionamiento.