Cómo maduramos
Podemos pensar que una persona madura es aquella que con el paso de los años va transformando su forma de pensar, de sentir y de actuar de acuerdo a lo que podemos esperar de una persona madura, pero esto no es realmente así ya que no es el paso de los años lo que hace que una persona madure simplemente.
Esto lo podemos ver claramente a nuestro alrededor pues seguro que conocemos a personas que son un verdadero desastre y completamente irresponsables con una edad adulta e incluso avanzada mientras que puede haber muchachos mucho más jóvenes con una forma de ser mucho más madura. ¿Cómo podemos explicar esto con un poco de sentido común y bajo la perspectiva de la psicología oficial?.
Pues está claro, en primer lugar la edad no es la responsable de que una persona madure y, en segundo lugar, son las experiencias que se tienen en la vida las que nos hacen madurar.
Las decisiones que hemos ido tomando a lo largo del tiempo nos han transformado en la persona que somos actualmente de tal forma que según nuestras circunstancias y como las hallamos superado a través de nuestros actos y de nuestras decisiones así será lo que hemos madurado o no.
Esto no quiere decir que con el simple paso del tiempo no ganemos nada pues esto tampoco es cierto ya que los ancianos tienen una inteligencia emocional mucho más desarrollada que los jóvenes entre otras cualidades.
Pero, en todo caso y definitivamente, esto no quiere decir que el paso del tiempo sea lo que ayuda a madurar a las personas sino las experiencias acumuladas y como las van pasando con sus decisiones y acciones.
Una de las cosas que más hacen madurar a las personas a lo largo de la vida son los daños, los malos momentos. Estas circunstancias se nos quedan grabadas a fuego en el alma y son las que servirán de guía para poder ir aprendiendo a superar cada obstáculo de nuestra vida y que no serán pocos con la serenidad, la calma y la tenacidad características de una persona madura.
Una de las características de las personas maduras es la amplitud de miras ante los problemas, la capacidad de mantener la calma y poder ver más allá de lo que estamos viviendo en ese momento como circunstancia desagradable. Esto solo lo da la cantidad de veces que nos hayamos estrellado y sufrido un daño y cómo hayamos salido airosos de ello y con un aprendizaje.
Lo que si que está claro es que con los años se adquieren más experiencias y por lo tanto hay más posibilidades de aprender las lecciones de la vida. Pero también es verdad que hay personas que necesitan de muchos palos para poder encontrarse con un poco más de madurez y otras con pocas lecciones ya aprenden lo que necesitan para poder madurar.
La realidad de lo que queremos expresar es que verdaderamente con las situaciones dolorosas son con las que más aprendemos en la vida y las que más nos ayudan a madurar.