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La Violencia en las Aulas

Publicado por Malena

La Violencia en las Aulas

Un niño sin familia es como un barco a la deriva; y si tiene un hogar, la violencia hay que evitar.

Hechos recientes demuestran que la violencia en las aulas es un flagelo en aumento en Argentina.

Muchos niños concurren al colegio armados con cuchillos o armas de fuego que utilizan para amedrentar a sus compañeros; y las autoridades escolares recién lo advierten cuando se produce una tragedia

Los chicos van a la escuela cargados con los problemas familiares. Su mayor preocupación es la falta de seguridad afectiva, las bases endebles de sus familias que se tambalean frente a las dificultades, las agresiones, la pobreza y la amenaza de la disolución familiar. Ese es el mayor temor de los menores, el miedo al abandono, y mientras tanto sufrir cotidianamente situaciones de inestabilidad familiar sin la posibilidad de solucionarlo.

El estado de angustia y desesperación de un niño se canaliza a través de la agresividad, para poder seguir adelante con sus dramas. Sólo unos pocos pueden defenderse con mecanismos adecuados ya que para que estos funcionen necesitan una personalidad debidamente integrada que incluya valores.

La familia es un modelo de comportamiento. Si los padres tienen conductas agresivas o piensan y hablan en forma violenta, se aprende a ser igual. Para un hijo, lo que hacen los padres es lo que está bien aunque éstos sean delincuentes.

Días atrás se publicó la noticia sobre la agresión sufrida por la directora de un colegio por la madre de un alumno, frente a su hijo.

Lo que aprende ese niño es a no respetar a las autoridades, porque el mensaje que se incorpora como valor está en los hechos no en las palabras.

Los chicos están aprendiendo en sus casas que las cosas se solucionan a golpes, a cuchilladas o a tiros, ya sea por el modo de relación que mantienen sus padres o también por la influencia de la violencia que ven por televisión.

La reciente tragedia ocurrida en la Provincia de Corrientes, donde un alumno acuchilló a su compañero porque lo molestaba, aparentemente en forma premeditada, revela la existencia de relaciones familiares enfermas que provoca en los niños reacciones sociales también patológicas.

La ausencia aparente de motivo para el homicidio, y la premeditación, nos revela una personalidad psicópata, o sea alguien que no siente culpa por cometer delitos atroces y que no responde a normas morales ni a valores.

Una familia cuyos progenitores transmiten valores diferentes entre si, producen en los hijos una confusión que no le permite incorporar ninguno, generando las bases necesarias para una personalidad psicópata.

El ataque de un chico contra sus compañeros con un arma en Carmen de Patagones en 2004, representa el comienzo en nuestro país del fenómeno de la violencia extrema en las escuelas, que hoy día se ha vuelto a reiterar.

Las víctimas por lo general también pueden haber sido agresoras en su momento, discriminando, ejerciendo maltrato, segregando y profiriendo palabras hirientes, porque los niños también suelen ser muy crueles con el que consideran más vulnerable

La misma discriminación que la sociedad ejerce frente al que es diferente, se vive en las aulas y es así como el obeso, el de baja estatura, el discapacitado, el judío, el negro, y el mejor alumno, que representa la aceptación de las reglas, suelen ser blanco de agresiones.

El problema básico es la dificultad de estos chicos violentos, para establecer vínculos normales, porque muchas veces las agresiones son la única forma de comunicarse.

Los chicos que no se adaptan al régimen y la disciplina escolar, son admirados por sus pares y son los que intervienen en actos de violencia. Resultan ser los mayores agresores, porque tratan de demostrar con la fuerza que valen.

Los chicos maltratados en sus hogares valoran las actitudes irrespetuosas de los compañeros que se atreven a enfrentar y hasta agredir a los maestros.

La cultura occidental enaltece al que es capaz de burlar la ley y el machismo imperante en las sociedades occidentales, interpreta a la violencia como cosa de “hombres”.

Los padres incitan sin darse cuenta, a la violencia en las escuelas, alentando a sus hijos a que aprendan a defenderse para demostrar su hombría, porque están convencidos que el respeto se obtiene por la fuerza.