Psicología Adolescente-Parte II
El amor puro y la sexualidad no deben vivirse separados, si no queremos en la madurez permanecer disociados.
Según Freud, las etapas del desarrollo psicosexual no comienzan en la pubertad sino en la primera infancia y el complejo de Edipo es un fenómeno universal que no depende de la cultura. La elaboración emocional del complejo de Edipo es lo que depende de las relaciones personales que tenga cada uno, con las figuras parentales significativas.
La tarea primordial del adolescente, tal como la concibe la teoría psicoanalítica, puede resumirse como el “logro de la primacía genital y la consumación definitiva del proceso de la búsqueda no incestuosa del objeto.”
Anna Freud, considera como típicos de la pubescencia, el ascetismo y la intelectualización. El ascentismo se debe a la desconfianza generalizada contra todos los deseos instintivos y la intelectualización es el aumento de los intereses intelectuales y abstractos como mecanismo de defensa contra la libido.
Otto Rank insiste sobre la necesidad de independencia del adolescente. Según él, el adolescente puede recurrir a dos tipos de mecanismos de defensa en su tentativa de conservar su independencia, la promiscuidad o el ascetismo. En ambos casos el adolescente evita la verdadera relación amorosa, la cual le exige dependencia.
La tendencia a la falta de compromiso actual, aún en jóvenes ya mayores, desde este encuadre teórico, significaría la dificultad para acceder a la etapa adulta y permanecer en una adolescencia perpetua.
Para Eric Ericsson, el concepto nuclear en esta etapa lo constituye la adquisición de una identidad del yo, la cual se cumple de diferentes maneras en una cultura u otra. La adolescencia es el período en que se ha de establecer una identidad positiva dominante del yo, la cual está especialmente subordinada a la sexualidad.
Ericsson sostiene que el enamoramiento en esa etapa es de naturaleza menos sexual que en edades ulteriores y que toda persona tiene que saber realmente quién es y quién desea llegar a ser antes de poder decidir quién será un compañero o compañera conveniente para ella o él.
Ericsson ve la necesidad psicológica de establecer la identidad del yo antes de la realización sexual, mientras que Freud propone encauzar la energía sexual mediante la sublimación hacia fines socialmente aceptables.
Si se pudiera lograr un equilibrio armonioso entre la negación de la gratificación y la sublimación sin represiones evitaríamos los problemas de adaptación, la neurosis y la vida inmoral, y aumentaríamos el desarrollo de la creatividad en la educación.
Spranger formula una interesante teoría acerca del desarrollo sexual afectivo del adolescente estableciendo una distinción entre sexualidad y amor puro.
Durante la adolescencia en una relación de pareja la sexualidad y el amor puro se desarrollan separadas e independientemente lo que puede provocar que un adolescente dirija su amor puro a una joven y su sexualidad a otra.
Spranger llega a la conclusión que la gratificación sexual ha de posponerse por inhibición. Esta inhibición constituye un aspecto importante del desarrollo de a personalidad, porque las experiencias precoces llevan a un desarrollo psicológico inarmónico, puesto que el amor puro y la sexualidad aún no están unidos y la sexualidad sin el amor es vivida como una experiencia superficial y sin importancia.
Este modo inmaduro de experimentar la sexualidad puede de esta manera instalarse en forma permanente y constituirse definitivamente en la manera de vivir las relaciones en la etapa adulta.