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Psicología del Deporte

Publicado por Malena

Psicología del Deporte

En todo deporte en equipo se producen problemas de relación de algún tipo.

El deporte competitivo profesional es una actividad que produce stress en virtud de las exigencias que implica la necesidad de destacarse o mantenerse dentro del marco de una categoría o grupo y donde están en juego también grandes intereses.

Para soportar las tensiones de su trabajo un deportista hoy en día tiene que contar con apoyo terapéutico, que también le va a ser útil para lograr mantener o superar su rendimiento.

Cada encuentro con un equipo diferente exige una planificación distinta y una nueva estrategia y una relación de camaradería en el grupo es uno de los factores decisivos para obtener resultados.

Los deportistas individuales que se dedican al tenis, el golf, al atletismo, etc., cuentan con los recursos que le proporcionan las técnicas de respiración, relajación y concentración las cuales mejoran notablemente su eficacia.

Actualmente los entrenadores trabajan con técnicas de visualización en las cuales se proyectan en la mente imágenes de las jugadas perfectas, las cuales tienden a efectivizarse en la práctica.

El deporte en equipo exige el control de la dinámica del grupo para detectar el comportamiento de cada individuo, su tipo de liderazgo, su rendimiento, su desarrollo y los factores que atentan contra la cohesión.

Los individuos reaccionan de manera muy diferente cuando integran un equipo y desempeñan muchos roles. Esta forma de reaccionar depende de la personalidad de cada uno, de sus necesidades y de cómo se relacionan entre ellos.

En todo grupo se pueden manifestar conductas de cooperación, de timidez, de ansiedad, de tranquilidad, de indiferencia, de entusiasmo, de iniciativa, de crítica, de desconfianza, etc.

La forma de comportarse en un grupo se adquiere desde la infancia y está determinado en gran medida por las relaciones con los padres, los hermanos, los compañeros de escuela y los maestros; y cada persona aporta al grupo para obtener lo que necesita, sus mecanismos de defensa, sus conflictos, sus motivaciones y su forma de ver el mundo.

El trabajo en equipo puede ser una fuente de satisfacción pero también de frustración; y es necesario que cada uno acepte el rol que le corresponda y modifique sus reacciones personales en función de las necesidades de cambio que tenga el grupo.

La dificultad mayor o menor para adaptarse se manifiesta como tensiones emocionales, agresividad o retraimiento, indiferencia y falta de colaboración.

En los grupos deportivos deberá prestarse especial atención a la necesidad de sus integrantes de sentirse aceptados, aprobados, reconocidos, valorados y seguros.

El grupo ideal de integración es el que satisface los motivos interrelacionados de todos sus miembros, sin asignar mayor importancia a ningún individuo en particular y sin menospreciar indebidamente a nadie.

Los problemas aparecen cuando alguno de sus miembros aprovecha su pertenencia al grupo para beneficiarse individualmente. Aunque el grupo tenderá a rechazar a esos sujetos se producirá una tensión generalizada y la consecuente pérdida de cohesión para centrarse en los objetivos comunes.

Es necesario que cada miembro tenga la oportunidad de mostrar su posición o idea sin llevarla demasiado lejos; porque una buena estrategia grupal en un equipo supera la acción de un solo individuo aunque su participación sea muy eficiente, y es la que produce resultados en forma sostenida. El lucimiento de uno solo del equipo, aunque sea muy destacado, no es suficiente para ganar.

El entrenador tiene que canalizar todas las ansiedades de los integrantes del grupo, sostenerlos, calmarlos, incentivarlos, arengarlos, hablarles, escucharlos y señalarle sus dificultades. Tiene además que ser un poco padre, hermano, amigo, compinche y por supuesto también entrenador, atento especialmente al estado físico de los jugadores.

Tiene que saber detectar al jugador que está atravesando por una situación difícil y eventualmente prescindir de él si fuera necesario, reemplazándolo por otro hasta que las cosas cambien.

El Director técnico del equipo debe tener por sobre todas las cosas, autoridad, manteniendo su rol en cuanto a la toma de decisiones, la elección de los jugadores, y la elaboración de las estrategias de juego según su juicio, apoyado por el criterio del capitán del equipo que es el que más puede influir en este sentido.