Psicología Deportiva
El equipo que cuenta con un psicólogo experimentado, logra mejores resultados
Los deportes son esenciales no sólo para mantener la buena salud, sino también para poder disfrutar de buenos momentos de esparcimiento y para tener la oportunidad de pertenecer a un grupo.
La vida moderna obliga a hacer una vida más sedentaria, porque muchos de los trabajos en una gran ciudad se pueden realizar sentados.
De manera que el movimiento físico se puede llegar a reducir en forma dramática debido a las exigencias laborales.
Los fines de semana la mayoría se convierte en simples espectadores de competencias deportivas manteniendo así la tendencia a quedarse quieto.
El movimiento crea hábito y el sedentarismo también. La vida es movimiento, por lo tanto, tratemos que en nuestra vida predomine el movimiento.
Caminar en forma aeróbica es uno de los mejores deportes que existen, porque exige el movimiento de todo el cuerpo, es económico, lo pueden practicar todas las personas a cualquier edad siempre que no tengan impedimento para hacerlo y no exige grandes esfuerzos físicos.
Si esta práctica se realiza en forma habitual, el cuerpo cambia su metabolismo, mejorando el funcionamiento de todos los órganos, fortaleciendo músculos y huesos y ayudando a bajar de peso.
Treinta minutos por día como mínimo bastarán para notar la diferencia.
Practicar deportes en equipo mejora las relaciones personales, porque obliga a identificarse con los mismos objetivos, a vincularse con otros que tienen los mismos intereses, a aprender a colaborar para lograr un fin común, a pensar como miembro de un grupo, y a compartir éxitos y fracasos.
Cada grupo deportivo tiene una dinámica propia en función a las personas que lo componen.
Esta característica le da una personalidad única a ese grupo que puede ser modificada con el reemplazo de uno o varios de sus miembros.
En los deportes profesionales, los psicólogos deportivos atienden la dinámica de los equipos deportivos, pudiendo lograr una mayor eficacia con sólo mejorar los vínculos entre ellos.
Muchas veces algunos buenos jugadores pueden llegar a fracasar por no saber comportarse en un grupo, tratando de destacarse individualmente y desaprovechando buenas oportunidades en el juego por no querer compartir las jugadas y llevarse él solo todo el crédito.
Es cierto que un buen jugador puede cambiar el resultado de un juego, pero también la colaboración del resto del equipo será esencial.
En un deporte de equipo todos los jugadores son importantes. Cada uno de ellos forma parte de una estructura que es como el engranaje de una máquina, en el que todas las piezas tienen que funcionar adecuadamente para que pueda realizar su trabajo.
La distribución del liderazgo según la personalidad de cada uno, le permitirá a cada jugador adoptar el rol que mejor lo identifique para lograr una mejor actuación y mayor eficacia.
Cada uno se desenvolverá naturalmente y con la mejor disposición si se le respeta expresar libremente su personalidad.
Un líder es el miembro de un grupo que se destaca en un rol específico por distintos motivos, por su personalidad, por el lugar que ocupa en el grupo, por su motivación, etc.
Puede haber líderes con distintos roles, como por ejemplo, de iniciativa, ordenadores, controladores, coordinadores, comunicadores, paternalistas, dominantes, sancionadores, aglutinantes, autoritarios, saboteadores, etc.
La distribución del liderazgo que se da espontáneamente hay que aprovecharla porque según sean las personas que integren un grupo, así será el liderazgo que cada uno podrá permitirse.
En definitiva, en todo equipo deportivo el psicólogo deberá encargarse no sólo del buen funcionamiento del grupo como grupo, sino también de las conductas, necesidades y motivaciones de sus miembros, de la relación que mantengan con sus entrenadores o directores técnicos, de los antagonismos y las dificultades que se produzcan, de los problemas familiares que atenten contra el rendimiento, de los hábitos perjudiciales y de la salud mental de los jugadores.
También es tarea del psicólogo deportivo ayudar a integrar al grupo a nuevos jugadores, circunstancia que suele desatar una reacción de rechazo colectivo con la consecuente baja en el rendimiento.