Psicología y Ecología
Hay que emprender la aventura interior de sacar la basura al exterior.
Los ecosistemas en el planeta están sufriendo los embates de la contaminación; y el calentamiento global es un hecho que se comprueba día a día.
Los efectos nocivos alcanzan también nuestra interioridad, afectando nuestro nivel afectivo y emocional, cuando somos testigos o actores de la violencia en las calles, la intolerancia social, la manipulación, las violaciones, la insatisfacción, la codicia, las dificultades para relacionarse, el malestar colectivo, el consumo exagerado, la incomunicación a pesar de la profusión de medios y de celulares, el egoísmo, la delincuencia o las drogas.
Todas estas toxinas invaden nuestro ecosistema y envenenan nuestro medio ambiente espiritual y psíquico.
Algunos afirman que la contaminación emocional supera con creces a la atmosférica; la mente inteligente avanza tecnológicamente mientras que la conciencia individual retrocede.
Esta disociación entre inteligencia racional y emoción comenzó con la revolución industrial, cuando el hombre se comienza a separar de la naturaleza como si no formara parte de ella, transformándose él también en una máquina más, cuyo propósito se reduce a producir bienes.
Pero el hombre además de ser material es también un ser emocional, que tiene que lograr el equilibrio desarrollándose plenamente en forma integral, tanto a nivel mental como emocional.
La disociación produce depresión, dificultades de adaptación, inconformismo, miedo, adicciones y autodestrucción.
La ecología ambiental propone una serie de soluciones viables para frenar el proceso de contaminación; y de la misma manera existen formas de disminuir las toxinas emocionales.
Aprender a tomar las propias decisiones empleando el criterio de la propia conciencia, sería un arma poderosa para emprender el difícil camino de purificar nuestro ecosistema.
Ejercer nuestra libertad actuando en función de objetivos tanto propios como comunes y hacernos responsables de nuestra decisiones, estando dispuestos a pagar los costos necesarios y comprometiéndonos.
Comenzar a respetar el propio ritmo vital saliendo del vértigo externo que exige esfuerzos inhumanos, posibles sólo para las máquinas.
Prevenir dificultades teniendo una vida moderada, sin excesos, sin derrochar energías que deterioran y desequilibran el sistema.
Jugar limpio, para mantener el sistema libre de impurezas que perturban su funcionamiento.
Aplicar el principio del amor y respeto intentando el crecimiento personal comparándonos con el propio potencial y no con los de los demás.
Evitar propagar rumores poco confiables, expresar juicios de valores, insultos, y modificar el punto de vista negativo tornándolo positivo.
Practicar la espiritualidad en lo cotidiano, viendo los hechos desde una perspectiva más alta.
Aceptar que no todo tiene que ser cambiado según nuestra forma de pensar, discriminando el nivel de validez de nuestras afirmaciones.
Eliminar la queja, que ya se ha institucionalizado y transformarla en ideas creativas para solucionar problemas concretos.
Ayudar a los demás, sin esperar resultados, es la forma perfecta de obtener todo lo que uno quiere, volviendo a los verdaderos valores que sostienen que dar es más gratificante que recibir.
Aceptar la incertidumbre como forma de vida, viviendo el momento, porque la seguridad no existe.
Priorizar a las personas que son únicas antes que a las cosas que son efímeras.
Colaborar desde la individualidad para el mantenimiento en el hogar de un ambiente humano y pacífico, de sinceridad y pureza.
La contaminación ambiental está relacionada con la poca claridad y pulcritud de nuestra propia interioridad, porque nuestro mundo es un reflejo de la mayoría de nosotros.
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