Transplante de Células
Un avance en la investigación médica de la Universidad de Kyoto amplía las posibilidades de sustituir tejidos humanos en personas que tienen sus órganos dañados.
Se logra así evitar las cuestiones éticas que se plantean con la obtención de células madres que involucra el caro y controvertido uso de óvulos humanos para hacerlo actualmente.
Esta técnica permitiría también retrotraer una célula de piel a su estado embrionario, de manera que en el laboratorio podrían llegar a transformarse en muchos de los principales tejidos del organismo.
Actualmente este procedimiento se está realizando con éxito en animales pero si se logra implementar en células humanas, con una célula de la piel del paciente se podrían generar nuevas células cardíacas, hepáticas o renales, capaces de ser transplantadas sin el peligro del rechazo.
Las células pueden ser reprogramadas con simples técnicas bioquímicas, insertando determinados genes con un virus que infectan las células y que se activan a medida que el virus se reproduce, transformándolas en parte, en células embrionarias.
Estos experimentos están lejos de ser utilizados en humanos por varias razones, una de ellas es que exige infectar las células con un virus y otro de los problemas es que algunos de los genes necesarios pueden causar cáncer, de hecho el 20% de los ratones que se utilizaron para la investigación, murieron de esa enfermedad.
Aunque las dificultades con que se encuentran los científicos son demasiado serias para adaptar la técnica a células humanos, los científicos confían en resolverlas en el futuro.
Una posibilidad operativa que puede ser interesante y útil para la investigación será utilizar este procedimiento para estudiar la base molecular de cómo se desarrolla la enfermedad, pero la esperanza mayúscula es inyectarlas en seres humanos para regenerar células con fines terapéuticos.
La técnica actual cuestionada por utilizar óvulos humanos, puede regenerar por ejemplo el tejido dañado de un corazón que ha sufrido un infarto, pero todavía no se conocen en profundidad las consecuencias de estos tratamientos.
Por otra parte existe la duda sobre la posibilidad de que el paciente sometido al este tipo de tratamiento pueda estar amenazado de sucumbir de la misma forma, porque en definitiva las causas de muchas enfermedades aún no se conocen.
Sabemos que el origen de muchas patologías es un proceso muy complejo y desconocido aún por la ciencia y que no hay enfermedades sino enfermos.
Frente a una misma patología cada persona lo manifiesta de distinta manera y la mayoría somos portadores sanos de muchas afecciones que por alguna razón, afortunadamente, nunca llegaremos a padecer.
La medicina también reconoce la importante influencia de los factores psicológicos que intervienen en el desarrollo de una enfermedad, que muchas veces son los detonantes de una posibilidad latente.
La medicina actual propone eliminar el stress, que es uno de los factores de riesgo para sufrir un ataque cardíaco, tratando de modificar la forma de vivir las situaciones y no tanto al stress en si mismo.
El organismo está preparado naturalmente para enfrentar los problemas y se modifica convenientemente para evitar daños. Pero una personalidad insegura y lábil no está en condiciones de responder adecuadamente frente a los conflictos, y expresa orgánicamente de alguna manera su estado psicológico de sufrimiento.
La vida moderna ha multiplicado las experiencias de exigencia extrema, sometiendo a cada vez más personas al stress crónico, que los obliga a vivir atemorizados y ansiosos y esto es en gran medida lo que provoca los desequilibrios orgánicos.