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El Implante dental

Publicado por Malena

Un implante dental Miranda es una consultante que solicitó una entrevista para que la ayude a prepararse psicológicamente a ser sometida a un implante dental.

Había realizado una visita al dentista por una muela que le molestaba después de una larga trayectoria de reparaciones y que ahora ya se había transformado en una pieza irrecuperable.

Su dentista, que también es su amigo, ese día la miró detenidamente para no perderse la primera expresión de su cara cuando le diera su diagnóstico y le dijo sin pestañar que había que extraer esa muela y realizar un implante.

Miranda se quedó con la boca abierta un rato tratando de digerir lo último que le hubiera gustado escuchar y cuando se pudo reponer del impacto le preguntó sobre las características de dicho proceso.

Por supuesto, no pudo prestarle atención porque su mente estaba ocupada proyectando su propia película. Por eso se animó a preguntarle si había otras alternativas menos cruentas para reemplazar la pérdida; posibilidad que fue descartada de plano por el profesional, que consideró ineficaz cualquier otro sistema de reemplazo.

Para que se tranquilizara le aseguró que de acuerdo a las radiografías, contaba con una buena base ósea que aseguraba el éxito y que le garantizaba completar su dentadura en forma permanente y fija por muchos años.

La extracción era inevitable, cualquiera fuera la decisión, por lo tanto se realizó a la semana siguiente, y el implante se postergó en forma indefinida hasta que la paciente estuviera lo suficientemente preparada como para participar positivamente en el hecho.

Mientras tanto, comenzó sus visitas a mi consultorio y ante este caso en particular decidí implementar una técnica de desensibilización que suele utilizarse para pacientes que tienen que ser sometidos a una cirugía.

Le recomendé como primera medida la necesidad de conocer en detalle todos y cada uno de los pasos que demandara la operación: los instrumentos que se emplearían, el perno que se colocaría, tiempo que demandaría, descripción de la escena pre-quirúrgica, ayudantes que intervendrían, aplicación de anestesia, etc.

De todo este universo, Miranda sólo temía al torno que perforaría su mandíbula, porque se lo imaginaba saliendo por su mejilla por un descuido del dentista.

Esta práctica consiste en hacer un orificio en el hueso, para colocar un perno casi en el mismo lugar donde antes estuvo implantada naturalmente la raíz de la muela extraída, por lo tanto, es como hacer un pozo donde hubo otro antes, cosa que desde todo punto de vista parece más fácil.

Para lograr un estado de tranquilidad y una postura relajada, la paciente no se tiene que resistir. Por el contrario debe ir a la operación con una actitud de entrega y confianza.

La resistencia nos pone tensos. La tensión endurece los músculos, las glándulas suprarrenales segregan adrenalina, el corazón late más aprisa y el cuerpo y la mente se ponen en estado de alerta para la lucha.

En realidad, sería una lucha virtual porque una vez sentados en el sillón de un dentista somos sus prisioneros y estamos rendidos a su merced.

La segunda técnica importante fue indicarle a Miranda, un ejercicio de relajación por día, durante el cual debería tratar de visualizarse en el consultorio, en el mismo estado de reposo y tranquilidad que durante su práctica diaria

El efecto de estas técnicas es increíblemente eficaz y beneficia a todo aquel que tiene que ser sometido a una experiencia parecida, mejorando los resultados y acelerando el tiempo de curación.

Cabe destacar, que el torno que asustaba tanto a Miranda es diferente a los que todos conocemos. Su poder de acción supera ampliamente a los otros de manera que con sólo un breve toque alcanza sus objetivos.

El operativo temido resultó una combinación de unos pocos toques cortos que procuraban la dirección adecuada, sin provocar ningún dolor ni molestia alguna.

(Dedicado al Dr.Atilio Mello)