Fobia Social en la Adolescencia
La fobia social es la psicopatología más frecuente que se presenta en niños, adolescentes y adultos, principalmente en sociedades altamente desarrolladas y también en países en vías de desarrollo.
Cerca de un diez por ciento de la población entre 12 y 17 años, puede llegar a sufrir de este trastorno que se puede volver crónico si no se realiza tratamiento.
La fobia social se manifiesta como un temor exagerado y persistente frente a distintas situaciones sociales; o en la oportunidad de tener que enfrentarse al público, para ser evaluado por otras personas, ante la eventualidad de un fracaso.
La fobia social se puede definir a partir de tres formas de respuesta a la ansiedad:
-Ideas y creencias;
-Sensaciones físicas o fisiológicas y
-Conductas motoras y cognitivas para reducir la tensión.
Las ideas o creencias pueden ser:
-Todos me están mirando
-Estoy dando mala impresión
-Voy a perder el control
-no podré hablar
-me olvidaré de todo
-pensarán que no soy normal
-soy aburrido
-no valgo nada
-soy un tonto
-no le gusto a nadie
-quisiera desaparecer
Las sensaciones fisiológicas o físicas pueden ser:
-ruborizarse
-nudo en la garganta
-palpitaciones o taquicardia
-temblores
-dolor de estómago
-diarrea
-tensión muscular
-mareos
-sudoración
-falta de aire
Las conductas motoras de evitación o huida pueden ser:
-Evitar los lugares temidos
-Hablar poco
-No iniciar ningún diálogo
-Necesidad de tener algo en la mano
-Alejarse
-Ocultarse
-Taparse con mucha ropa
-Brazos pegados al cuerpo
-No mirar a los ojos
-Mirarse las manos
Las conductas cognitivas pueden ser:
-Controlar los pensamientos
-Ensayar mentalmente una actuación
-Ensayar frases
-Desconectarse
-Estar distraído
Los niños pueden expresar su ansiedad o fobia social en forma de llanto, tartamudeo o parálisis; y en ciertos casos puede tener un ataque de pánico.
Este tipo de trastorno puede repercutir en la adaptación social y predisponer al desarrollo de una depresión o a adquirir adicciones.
En sociedades complejas, la adolescencia es una etapa del desarrollo en la que se producen cambios muy importantes en el cuerpo y en las relaciones interpersonales; y tanto la adaptación a los cambios físicos y cognitivos, como la necesidad de ser aceptado y de sentirse integrado socialmente pueden ser factores que predisponen a adquirir fobia social.
En las sociedades occidentales existe la tendencia a prolongar la adolescencia muchos años; y esta demora en asumir la edad adulta para eludir los compromisos que exige, se añade a las dificultades propias de este período evolutivo.
Diferenciar una fobia social que produce discapacidad, de una ansiedad no patológica y transitoria resulta difícil.
Recién en los años ochenta del siglo pasado, la fobia social se comenzó a considerar un trastorno específico, al reconocer que puede aparecer en gran cantidad de situaciones sociales que frecuentemente generan tensión.
La mayoría de los investigadores aceptan la existencia de por lo menos dos subtipos de fobia social:
La fobia social generalizada y la fobia social específica, circunscripta o limitada a un objeto o situación.
La primera es la fobia social ante la mayoría de las situaciones sociales; y la segunda se relaciona con la ansiedad que produce incapacidad para enfrentar al público.
Algunos especialistas en este tema consideran que cuanto mayor es la cantidad de situaciones que producen temor, mayor es la gravedad del trastorno.
El tratamiento psicológico cognitivo-conductual y los antidepresivos inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina han probado ser lo más eficaz tanto en niños, como en adolescentes y adultos.
Fuente: “Mente y Cerebro”, No.49/2011, “Fobia social en la adolescencia”, Jose´Antonio Piqueras Rodriguez y José Olivares Rodriguez.