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El Deseo Sexual en la Pareja

Publicado por Malena

No es casual, que a un hombre se le agote su deseo sexual

El Deseo Sexual en la Pareja

Algunos lectoras me escriben preocupadas por la disminución de la vida sexual en sus parejas.

No es un tema que se pueda generalizar ya que cada pareja es única y pueden existir distintos motivos para que se produzca esta situación, pero tal vez se pueda intentar citar una de las situaciones más frecuentes para que el hombre pierda interés en tener sexo con la persona que es su pareja habitual.

En primer término, actualmente es común que muchas parejas decidan convivir sin compromisos formales. En esos casos ocurre lo mismo que en el matrimonio; luego de un período de luna de miel, sobreviene otro que no se basa en el sexo ni en la belleza física sino en las cualidades personales de cada uno; el vínculo emocional que los une, si es que existe; la comunicación y el crecimiento de su historia como pareja.

Las cualidades personales incluyen el carácter; la educación, la capacidad de amar y comprender, la paciencia, la tolerancia; los hábitos, las costumbres, la forma de pensar, los proyectos propios y comunes; el saber compartir; el modo de vida; el sentido del humor, el estado de ánimo habitual; la manera de encarar los problemas o de reaccionar en los momentos difíciles, el sentido de honestidad y de lealtad, entre otras muchas cosas.

Convivir diariamente es una exposición permanente que no se puede fingir ni actuar y que necesariamente se expresa de una manera u otra solamente en la intimidad.

Aunque no existan papeles ni compromiso formal, vivir juntos trae consigo cambios domésticos y prácticos que modificarán la vida de ambos y que pueden hacer tambalear la relación si no hay suficiente amor.

El trabajo compulsivo del hombre provoca falta de deseo sexual. Se trata de personas con ambición, competitivas, que se proponen metas difíciles de alcanzar y que ponen todas sus energías para lograrlas. El resultado es un empobrecimiento de la vida emocional, el desinterés por la pareja, cuyo amor se da por sentado y de cuya fidelidad están seguros.

Cuando el hombre es un trabajador compulsivo su pareja hace equilibrio y no se compromete demasiado con sus propios proyectos, interesándose poco en ellos y perdiendo generalmente su interés; pero concentrándose más en su relación afectiva que amenaza con deteriorarse y con miedo a perderla.

Una mujer que deja de vincularse en la vida con sus propios intereses con entusiasmo, cuyos proyectos son intercambiables según las circunstancias y que en lo único que puede concentrarse es en el amor de su pareja; es altamente probable que no pueda lograr vínculos estables.

Una mujer deja de ser atractiva cuando renuncia a ella misma a ser quien es; cuando abandona la búsqueda de su potencial y desarrollo y al cumplimiento de su ideal, sin necesidad de alienarse en él, pero con el suficiente interés como para sentirse impulsada a concretarlo. Porque así como se establece un vínculo de pareja también se debe hacer conexión con la vocación y con la necesidad de su realización.

Los hombres por lo general crecen en su trabajo, se desarrollan en lo que hacen, cumplen sus propósitos. Pero la mujer no siempre evoluciona de la misma manera. A veces se dejan estar, se vuelven cómodas y dejan atrás todos sus sueños convencidas de que lo único que vale la pena en la vida es el amor de una pareja.

La vida exige crear vínculos no con uno sino con muchos intereses y darle a cada uno la jerarquía que le corresponde, de manera que la pérdida de uno de ellos no signifique el derrumbe de la persona.

Una mujer debe sorprender todos los días, siendo un poco diferente, con nuevas iniciativas, nuevos intentos, porque no le alcanza con su belleza, que por otro lado es efímera.

La belleza es útil para atraer a un hombre pero no sirve para mantenerlo, porque lo que mantiene el amor es el alma.