Parafilias: en busca de la excitación.
Supongamos que,en una situación ficticia, dos personas se conocen y se atraen. Sin embargo, una de ellas se activa sexualmente con parámetros digamos que, poco habituales. Es más que una simple inclinación. Es una necesidad de gran intensidad que requiere ser cubierta. Además, tiene carácter reiterativo y precisa objetos o situaciones concretas para que se produzca excitación sexual.
Se trata de buscar placer más allá del acto sexual en sí por lo que la otra persona puede no comprender e incluso rechazar este patrón de comportamiento. Es más, algunas parafilias, como la pedofilia o la zoofilia, además de estar mal vistas socialmente, están penadas jurídicamente debido al agravio ocasionado. Otras, como el fetichismo o el voyeurismo, son practicadas con cierta normalidad por personas de a pie sin el requisito de padecer trastorno mental mental alguno. Cierto es que la mayoría de las veces son actividades practicadas en secreto puesto que se desvían de la norma en cuanto a la práctica del sexo se refiere. Siempre y cuando ambas partes acepten libremente, estén de acuerdo y con sus capacidades intelectuales intactas, la práctica de alguna parafilia no debe haber motivo de intervención de ningún tipo.
Existe, por otro lado, un componente cultural por el que algunas parafilias muy mal consideradas en una cultura, son de práctica común y normalizada en otra aunque suele ser en casos de tribus o grupos minoritarios en zonas que aún conservan un carácter indígena.
Generalmente, las parafilias es un trastorno eminentemente masculino (exceptuando el masoquismo que tiene igual prevalencia en ambos sexos)y como tal debe ser tratado. En relación al tratamiento, intervendrán la psicología, la psiquiatría e incluso, la criminología. La gravedad del trastorno deberá ser, en todo caso, valorada por un profesional. Con frecuencia, una tercera persona resulta damnificada o sufre perjuicio de algún tipo.
Como consejo para el desarrollo comprensión del sexo con naturalidad es importante enseñar a gestionar la información sexual desde la infancia, adaptándola siempre al nivel de desarrollo psicoevolutivo del niño. No perdamos de vista que, en cualquier caso, las parafilias se consideran una desviación de la norma de grado variable y, por lo tanto, un trastorno de tipo sexual. La clave es delimitar hasta qué punto interfiere en la vida de una persona y en sus relaciones con los demás. La compulsividad será una variable importante a tener en cuenta a la hora de valorar el nivel de importancia e incidencia de una parafilia dada. Asimismo, habrá que valorar si la persona tiene problemas para mantener sexo convencional satisfactorio, por tanto, la parafilia es definida también por su exclusividad a la hora de mantener relaciones sexuales.
Después de lo expuesto, os revelamos que esta ficción es más real de lo que piensas. Cualquiera de tus amigos o vecinos pueden practicar alguna sin que nunca lo sepas. No es un trastorno del siglo XX sino que, lo largo de la historia, desde el principio de los tiempos, se han practicado parafilias, llegando incluso a ser reflejadas en diversas manifestaciones artísticas internacionales.