Creatividad: SE BUSCA
De repente, alguien tiene una gran idea: un negocio rentable, un slogan publicitario rompedor, una forma innovadora de enseñar, etc. El resto nos preguntamos: ¿Cómo no se me ha ocurrido a mí siendo tan obvio? Qué fácil es percatarnos a posteriori de que, casi siempre, la grandeza reside en lo sencillo.
En realidad, resulta más significativo el “cómo” que el “qué”. Normalmente, para establecer la conexión de dos elementos, corresponde asociarlos de manera novedosa para ser considerado un indicativo de creatividad. No es tarea fácil.
Las personas que no buscan ser creativas emplean el pensamiento convergente, es decir, siguen una serie de pasos concretos que confluirán en una solución correcta. Al alcanzarla, percibirán el proceso como eficaz y enfocarán problemas futuros utilizando las mismas estrategias. Por el contrario, aquellos que pretenden abrir una sucursal creativa en su cerebro ejercitan el pensamiento divergente: en lugar de obstinarse en repetir el mismo patrón que una vez les funcionó, exploran nuevas alternativas y generan diversas soluciones posibles. Para tal fin, existen algunas maniobras muy útiles que acostumbren a nuestra mente proceder distinto: construir nuevas hipótesis, examinar interpretaciones diferentes, asignar vínculos que no sean evidentes o imaginar usos distintos para objetos familiares de la vida cotidiana.
Alegrémonos, pues, de que tener un cociente intelectual elevado no es garantía de creatividad. Es más una cuestión de personalidad, de trabajar en unos rasgos que nos ayuden a ver la vida desde una perspectiva más original.
Inconformismo
Las personas creativas no se preocupan en exceso por la opinión de los demás sobre ellas. Proponen ideas que, inicialmente, pueden parecer estúpidas o descabelladas. No les importa que los demás piensen que hacen el ridículo, puesto que se sienten libres de prejuicios y convencionalismos.
Curiosidad
Para que la creatividad aflore en nosotros, hay que estar abiertos a nuevas experiencias; siempre estar disponibles para dejar entrar lo nuevo. Además, las personas creativas suelen reparar en que, a veces, la realidad va en contra de lo esperado y la exploran para saber la razón de este cambio de rumbo.
Independencia
Es indiscutible que trabajamos de forma más atrevida si tenemos control sobre la tarea. Cuando nos enfrentamos a una situación de cualquier naturaleza sin la presión de ser observados o juzgados, lo hacemos con mayor confianza en nuestras capacidades, somos más espontáneos. Eso favorece que nuestras metas sean más amplias, así como los movimientos para alcanzarlas.
Persistencia
Cuando captamos eso otro modo de funcionar, es conveniente seguir esforzándose en mantenerlo. No es un camino recto y llano. Lleno de obstáculos, errores y callejones sin salida, nos pondrá a prueba constantemente mostrándonos nuestras debilidades, obligándonos a desarrollar fortalezas y habilidades antes desconocidas incluso para nosotros mismos.
Cuando estas concepciones confluyen en un mismo sujeto y se dan las condiciones idóneas, entonces se actúa por motivación intrínseca, gracias a la cual presentamos la sensación de logro, sentimos una gran gratificación intelectual y llevamos a cabo la actividad por puro placer. Así se cierra el círculo que encierra los secretos de los creativos ahora destapados y hechos públicos.
Hay también circunstancias que coexisten con los rasgos de personalidad para inducir la creatividad. Las organizaciones deben comprometerse a crear espacios (no necesariamente físicos) donde se les dé licencia a sus empleados para asumir riesgos, innovar. De esas singularidades nacen grandes ideas que darán lugar a proyectos, y quién sabe si se podrían traducir en beneficios para la empresa y, por ende, para sus trabajadores.
Por tanto, animamos al lector a sacarle el máximo partido a estas confidencias cultivando los atributos personales expuestos y buscando situaciones que permitan expresarlos. No te rindas, practica.
Fuente: Wade,C. Tavris,C. (2006). Psicología. 7ª Edición. Prentice Hall.