Psicología

La Vida Ociosa

Publicado por Malena

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En todas las épocas existieron personas que pertenecieron a una clase social privilegiada sin la exigencia de tener que trabajar para poder vivir.

Esta condición puede anhelarla quien tiene la obligación de hacer grandes sacrificios para ganar su sustento y al mismo tiempo atender su casa y su familia.

Sin embargo, el privilegio de vivir en la opulencia no es sinónimo de felicidad, porque se convierte en un factor que induce a la vida cómoda y vacía de contenido y limita muchas veces la realización personal.

El ocio bien entendido es disfrutar del descanso después de haber desarrollado una tarea constructiva, que puede o no ser productiva económicamente según la circunstancia de cada uno, pero que reporta la satisfacción de la participación activa y necesaria que toda persona debería tener la oportunidad de realizar.

Si tenemos la convicción de que cada uno nace con un potencial diferente para desarrollar, tanto para su propia satisfacción como para colaborar en su medio, se hace necesario canalizar toda la energía en esa dirección y dedicarse a la profesión u oficio que le indica su vocación.

Sin embargo hay gente que por distintas razones no se atreven a intentar ser ellos mismos, eligiendo la vida cómoda y ociosa.

Algunos pueden aceptar esta situación con resignación, como un destino contra el cual no pueden luchar y dejarse llevar actuando según los roles que le impone la sociedad.

Otros se rebelan y se atreven a abandonar una posición de privilegio para sentirse libres de realizarse según sus propósitos.

Y también están los que viven amargados, quejándose de no poder hacer lo que quieren y despreciándose a si mismos por no tener el coraje de desprenderse de sus propias cadenas.

Este es el tema que trata la película “El Sr. y la Sra. Bridges”, magníficamente interpretada por el famoso actor Paul Newman(ya fallecido) y Joan Woodward, que estuvieron casados en la vida real.

En la década de los años treinta del siglo pasado, antes de la guerra, comenzaron los grandes cambios en la sociedad norteamericana.

Aunque todavía se vivía con los valores de la cultura victoriana y muchas mujeres tenían como objetivo último y principal conseguir un esposo de buena posición social, casarse y tener hijos, comenzaban a surgir señales de cambio.

La revolución industrial estaba produciendo una transformación, modificando valores y costumbres; y muchas mujeres aportaban su fuerza de trabajo colaborando con el desarrollo económico.

Sigmund Freud exponía su teoría del inconsciente y la clase privilegiada tenía acceso al psicoanálisis, una psicoterapia que orientaba hacia el autoconocimiento y la liberación de las dependencias; haciendo consciente lo inconsciente, o sea, darnos cuenta de lo que no queremos saber, sin dejarnos llevar por lo que indica el “establishment”.

Esta película es un impecable retrato costumbrista sobre el estilo de vida de los hombres y las mujeres norteamericanos de esa época, de clase media alta, antes de la guerra.

Aunque la guerra aún no había comenzado, la juventud no se adaptaba al estilo de vida de sus padres y actuaban por oposición, intentando de vivir una vida diferente.

La señora Bridges, es el personaje de una mujer que se ha adaptado a su rol de esposa de un prominente abogado y que ha renunciado a sus propias necesidades. Apenas acusa ciertas inquietudes fomentadas por amigas más superadas que son fagocitadas por el marido con astucia, para alejarla de una posible rebelión.

Es una mujer sin brillo, sedienta de afecto, viviendo la experiencia amarga de la soledad en compañía, donde las cosas se ocultan y no se hablan, encargándose solamente de mantener tradicionalmente el equilibrio y considerándose una privilegiada; convencida de tener todo lo que hay que tener y ser quien hay que ser.

El Sr. Bridges, mientras tanto, es un hombre serio, reprimido y rígido que aunque utiliza los servicios de una mujer de color como doméstica, no ve con buenos ojos que los negros vayan a la Universidad de Harvard, institución que considera reservada supuestamente para la raza blanca.

Sin embargo, no todos pueden silenciar sus conciencias en ese ambiente social y cuando a alguien le fallan los mecanismos neuróticos de defensa se puede producir la tragedia.