Qué hago después del Secundario
Casi todos los jóvenes tienen algún grado de confusión cuando terminan el ciclo secundario al enfrentarse al universo de posibilidades que les brinda la sociedad en que viven, para lograr desempeñarse laboralmente con eficacia en el futuro.
Los alumnos que no están lo suficientemente motivados para seguir estudiando y a duras penas terminan el secundario, son lo que tienen mayores dudas, no saben lo que quieren ni qué les conviene hacer, no se animan a proyectarse en el futuro, no se atreven a confiar en ellos mismos, porque temen fracasar; y tampoco son capaces de hacerle frente al desafío de dedicarse a aprender una capacitación que los habilite cuanto antes a trabajar.
Sin embargo, todos en el fondo aspiran a estar mejor, a tener satisfacciones en la vida y un nivel adquisitivo alto que les permita disfrutar de un buen estilo de vida.
Hoy en día resulta crucial tener una preparación terciaria, que puede ser o no ser necesariamente universitaria, para poder insertarse en el mundo del trabajo y tener acceso a puestos bien remunerados.
El colegio secundario es una preparación elemental para alcanzar objetivos superiores, ya que este nivel no ofrece una capacitación laboral sólida como para conseguir un buen trabajo.
¿Cómo hacer para lograr la motivación suficiente para completar una carrera terciaria y no abandonarla al poco tiempo, habiendo perdido tiempo y dinero haciendo los trámites o el examen de ingreso?
En primer lugar se necesita no tener miedo y arriesgarse; tener confianza en si mismo y ser capaz de comprometerse con un objetivo, tomarlo como un desafío y cumplirlo.
Para lograrlo, es indispensable interesarse en las posibilidades que cada uno tiene, como por ejemplo, tener en cuenta los medios económicos, las instituciones potencialmente convenientes adecuadas a sus intereses que se encuentran más próximas a sus hogares, si podrán o no estudiar sin trabajar y si están dispuestos a hacer lo necesario por ustedes mismos para conseguir lo que se proponen, más allá de seguir viviendo sin asumir ninguna responsabilidad y vagar por las calles sin ningún rumbo ni propósito constructivo.
El que deja pasar la edad adecuada para prepararse para el futuro y recién se decide unos años después, generalmente cuando se convence que le resulta imposible insertarse laboralmente según sus pretensiones; pierde la oportunidad de cursar los estudios con sus pares y tendrá que afrontar relacionarse con otra generación, más joven, con modos de ser diferentes y con una perspectiva de la realidad distinta.
A los jóvenes les cuesta proyectarse en el futuro, porque sus vidas se concentran principalmente en el presente y en resolver las dificultades propias de los que están ingresando al mundo adulto.
Es la etapa de la vida de la búsqueda de la identidad y del si mismo, de tener que enfrentar al otro sexo, de aprender a mirarse y a conocerse, de distinguir las cualidades y habilidades que tiene cada uno, para atreverse a seguir el propio camino y lograr la realización plena como ser único y distinto.
Las personas no son sólo lo que hacen, pero el saber hacer bien las cosas mediante la capacitación adecuada, les permitirá desplegar su creatividad, y descubrir el verdadero potencial que tienen, que está esperando nacer, desarrollarse y crecer.
No existen carreras difíciles si les gusta lo que hacen, sólo se necesita ser capaz de respetar las reglas de juego y asumir el compromiso con ustedes mismos tomándolo como un desafío, sin dejarse vencer por los inevitables fracasos con los que se tropieza en todo aprendizaje.
La posibilidad de ser creativo en el área que se elige para trabajar permite acceder a un nivel más alto de conciencia y alcanzar los objetivos más ambiciosos que nunca se atrevieron a imaginar.