Angustia, saber y verdad
Decía en el post anterior que la castración es la que aporta las coordenadas de la angustia: la angustia aparece ante el deseo del Otro. La castración es del Otro. En ese momento lógico de preguntarse qué soy (como objeto) para el Otro.
La no respuesta, el no-lugar del Otro a ese objeto, está en la raíz de muchos actings y pasajes al acto. Esos famosos «llamados de atención», que pueden llegar a situaciones de extrema gravedad, como intentos de suicidio, y suicidios logrados, muchas veces tienen esta lectura desde la clínica de la angustia. En este punto hay que establecer una mínima diferencia entre acting out y pasaje al acto en relación al objeto: el objeto surge en la escena del acting out; en cambio en el pasaje al acto, el sujeto se encuentra en une estado máximo de barredura, con el objeto a fuera de la escena.
Todas estas patología llamadas «patologías del acto» pueden ser leídas con esta lógica, aunque en cada caso se tendrán que trabajar las coordenadas particulares de este encuentro.
Esto lo ilustra muy bien Lacan en su Seminario 10 -sobre La Angustia- con el apólogo de la Mantis Religiosa. Ante este animal descomunal podríamos tener una máscara y desconocerla, o podemos preguntarnos por su deseo: «¿qué me quiere?». Es decir, la pregunta por el deseo.
Lo que se desconoce en este encuentro, no es a nivel del falo (en tanto significante) sino a nivel del objeto. «No se qué soy (como objeto)para el Otro». Un desconocimiento de lo que constituye la referencia última del sujeto, y que es la mismo tiempo su punto de partida, lo más extraño y lo más familiar: el objeto «a». Un objeto, que como ya he señalado, está situado como un resto exterior al Otro en la operación de constitución subjetiva, estableciéndose así una disyunción insalvable entre el saber y la verdad, ente ella dimisión simbólica, significante, y la dimensión del objeto.
Jacques Lacan ha sostenido que la verdad no puede hacerse entender, ya que si esto sucede, todo se escamotea y se hace desierto.
Tenemos el mito de Edipo que nos transmite la relación de Edipo con el saber: él quiere saber, quiere descifrar el enigma de la esfinge. Y en este franquamiento, nos dice Lacan, la verdad se arroja al vacío.
La experiencia trágica que encierra este querer saber que nos transmite el mito, lleva a Edipo a pagarlo con sus ojos.
Si vamos a la experiencia subjetiva en la neurosis, es esto lo que el neurótico intenta soslayar. Así, la angustia queda desconocida en la ilusión que le arroja la imagen narcisista: Lacan lo escribe i(a): el objeto queda de esta manera encubierto por la imagen; y más aún si esa imagen se refleja en el Otro.
El drama humano, sostiene Lacan, no tiene que ver con la tragedia, sino con la comedia: la comedia que implica que no hace falta arrancarse los ojos para no ver…
FUENTE: Extensión 5. Cátedra de Psiocpatología. Universidad Nacional de La Plata (UNLP).Ed. De La Campana. La Plata, Argentina.