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¿De qué me disfrazo?

Publicado por Betina Ganim

Teniendo en cuenta lo que venía diciendo en las entradas anteriores respecto de la mascarada femenina como una salida a la angustia, supongamos ahora que se ha conquistado un más allá, y tengo esa respuesta: el Otro me quiere falo. Ok, perfecto. La cuestión ahora es ¿cómo me disfrazo de eso? y todos esos avatares, pero ya ahí hay una salida de la angustia. Lo que les digo es que ese nexo es flojo, lábil. Y uno lo puede ver en este tipo de fenómenos cotidianos.

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Son ejemplos del nudo flojo, y de que nunca ellas están tan seguras de que con esa mascarada la cosa va a funcionar. Que ese nexo sea laxo quiere decir que no te quita del todo de la angustia.

Como ocurre con los hombres. En ellos, hablando de manera bastante general, por supuesto, a nivel de su impostura fálica, a nivel de su tener el falo, ese nudo es un nudo necesario. En este sentido, cualquier hombre puede decir que no necesita mucha mascarada, no necesita pintarse, eso sí: dinero, una buena moto, o un buen coche… digamos que algo como para aparentar «un buen tener», y ya está. Entonces ante la pregunta de ¿Qué me quiere? ¿Qué quieren las mujeres?, la respuesta es falo, falo, falo. Esa es la respuesta y esa es la tozudez masculina… Pero no se tarta de maldad de los hombres; sino que es un nudo necesario, un nudo muy fuerte a eso, al falo. Es difícil sacarles la idea; es más, si lo sacan de esa idea es donde va a haber angustia…Porque si no quiere el falo…si ella no quiero el falo, entonces ¿qué quiere?

Pero bueno, en una mujer hay toda una zona fecunda para pensar la cuestión del deseo del analista, en la medida que no responde al deseo del Otro rápidamente con: «quiere el falo».

Por eso dice Lacan que las mujeres son más angustiadas a nivel de lo sexual, más angustiadas a nivel de ese deseo porque, como les decía, ella nunca está tan segura de que con su mascarada pueda responder y estar a la altura de ese deseo.

Bueno, en general, lo que viene a responder ahí, con la mascarada y cómo hay que ubicarse como mujer, es la histeria. Hay una predisposición ahí para la instalación de la histeria, como solución.

A Lacan le importa de este primer tiempo de la pregunta ¿qué me quiere el Otro?, es que tenemos un deseo; un deseo donde el falo aún no ha venido a responder, podemos decir que se trata de un deseo en un estatuto «prefálico» (antes de la resolución fálica)

Y entonces esto es importante porque en las mujeres, en la medida en que la respuesta fálica se constituye en un segundo tiempo, la entrada del Edipo es lo que va a empezar a responder sobre ese punto, pero hay más datos de lo que es ese primer tiempo en las mujeres, antes de que se «claven», por decirlo de alguna manera, en la certeza fálica.