El pase en la orientación lacaniana
En el último Congreso de la Asociación Mundial de Psicoanálisis que se llevó a cabo en París la pasada semana, el pase tuvo un lugar importantísimo. Los testimonios de los analistas que hicieron el pase iluminaron sobre el tema que nos reunió: Un real para el siglo XXI. Cada uno, con su singularidad, dio así testimonio de su análisis, trozos de real que permiten dar cuenta de la cuestión del fin de análisis.
Jacques Alain Miller da cuenta de algunas cuestiones que nos guían por las preguntas sobre este dispositivo tan singular, inventado por Lacan como el dispositivo de la Escuela por el cual un analizante pasa a analista.
En este mismo blog he intentado transmitir esta temática que nos ocupa a los practicantes del psicoanálisis en este siglo incipiente: un real sin ley. El real del que Lacan se ocupa en su última enseñanza no es ese real imposible, eso que vuelve al mismo lugar; sino un real que no se enlaza a nada, y e spot eso que es sin ley. Un real del fuera del sentido, un trozo, un cogollo, un pedazo de real que nos acerca a la idea del Uno del goce opaco que se itera en el síntoma (los remite a un post anterior donde trabajo la cuestión de la «iteración»)
Si hablamos de un real sin ley, se trata de la conjunción entre el significante y el goce, en ese Encuentro entre le cuerpo y lalengua. De allí que lo que ubicamos como origen del sujeto es un acontecimiento de cuerpo, fuera de sentido. De allí, todo lo que se puede elaborar en torno a ese encuentro, a ese acontecimiento, es secundario. Es una lógica la que se introduce allí, justamente para intentar dar una historia a ese fuera de sentido original. Una lógica que se introduce por el fantasma y la elucubración de saber, eso que atraviesa toda experiencia psicoanalítica.
Esta experiencia del análisis puede llevar a un analizante a aislar ese trozo, ese cogollo, ese Un real; eso sí, no se trata de un camino fácil, directo, que se transita con prisa; más bien «se transpira la camiseta»…
En los testimonios de los analistas se intenta constatar la inconsistencia del Otro y la extracción del objeto pulsional, que lleva a un goce particular, incurable. Antes se hablaba del findal de análisis con el «atravesamiento del fantasma», pero esto no es «la última palabra». No hay tal «última palabra». Hay Un goce. Un imposible de decir. Un imposible de curar, con el que el sujeto deberá arreglárselas.
La experiencia analítica permite conmover, sacudir los sentidos, las verdades, hasta llegar a un punto inconmovible, el hueso, el carozo. Y eso es lo opaco. El trabajo del analista nominado como AE ()Analista de la Escuela) por el dispositivo del pase, lejos de exhibirse como tal, llevando una medalla colgada (nada de eso) más bien da cuenta de la experiencia de un fracaso: el del sentido, el del Todo. Se trata de dar cuenta de cada estilo, de cada pregunta, de cada invención en torno a lo irreductible.
FUENTE: SCILICET, AMP, 2014