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El sueño de Anna Freud: el deseo y el significante

Publicado por Betina Ganim

El post anterior lo finalice especificando eso que se verifica con muchas pruebas al respecto: que ¡ojalá funcionase el ser humano en términos de necesidad! Pero es un loco deseante….

Todo el paso lacaniano fue, de alguna manera, lograr -siguiendo a Freud-situar el deseo en lo verbal, en el significante. Esto es algo que estaba a la vista, porque Freud habla del deseo todo el tiempo, digamos que no es un cognitivista, no le pone objetos ni mide a los pacientes. Les dice: hable. Diga lo que quiera, que hablando, va a ver cómo llegamos a la cuestión de su deseo.

Así que era evidente que para Freud, en los hechos, el deseo era una cosa que iba de palabra en palabra. Se realizaba, se detenía, se conformaba, se condensaba por vía de significantes. Pero el asunto era arrancar de ahí.

Por eso se puede decir en este mecanismo de deseo que desear es desear significantes. Y si uno dice: ¿y el objeto? ¿dónde lo situamos? Pues cada uno de sus significantes lo estará evocando como ausente. Y realizar deseos se realizan con significantes. Se trata siempre de la aparición de un significante que se hace para el sujeto significante de deseo.

Tienen el ejemplo harto conocido en el mundo del psicoanálisis, el sueño de Anna Freud. El de las cerezas. Este es ya de una complejidad total, que Lacan señala, donde se ve que sueña primero con significantes; no es que haya una relación directa con una cereza. Es que oyó el término cereza y lo escuchó además como un término que: -wow. ¡Eso no! ¡Mañana no! ¡Te va a caer mal!

Cuanto más se prohíbe, más se vuelve un significante de deseo. Este sueña muestra bien la relación del deseo con la falta.

De esta manera podemos retomar la famosa carta 52 a Fliess, muy usada por Lacan para decir que el aparato no hace sino recorrer huellas mnémicas, y que llama Zeichen: signos.

Lacan es complicado porque tiene tantas ideas en la cabeza, que cuando está ahí tiene que decir: cuando digo signo, no lo tomen en el sentido de los etológicos.

La aparición del psiquismo animal y el estudio de los signos en los animales, que interesó muchísimo a Lacan, ya es un duro golpe para los simples del circuito estímulo-respuesta. Porque ese círculo que los animales saben cerrar, tampoco se cierra si no es a partir de la captación de señales imaginarias. Y lo probaron cuando el animal puede no satisfacer la necesidad, y se entusiasma, sin embargo, con el signo tramposo del que sabe que le despierta esa reacción.

Entonces lo que intenta aclarar Lacan cuando habla en el Seminario 5 de signos (retomando a Freud) es que no valen como signos fijos; sino que todos valen en relación con otros. Hace la teoría del lenguaje. Y, porque lo que indican, si los llamamos signos, es una falta. Y si lo llamamos objeto, es un objeto solo en tanto faltante. Estructuralmente faltante. Porque si el deseo corre, necesito significantes porque es la única manera de desear.

FUENTE: LACAN, JACQUES. EL SEMINARIO DE JACQUES LACAN, LIBRO 5, LS FORMACIONES DEL INCONSCIENTE. ED. PAIDÓS.