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Las resistencias

Publicado por Betina Ganim

En esas Cinco Conferencias de Freud en Estados Unidos, es en la segunda donde aparece, en su recorrido por la historia del psicoanálisis y sus fundamentos, el concepto de resistencias.

Freud venía hablando de cómo fue que se iba modificando su método, a partir de la experiencia clínica; a partir de atender sus pacientes.

Él dice que si bien abandonó rápidamente el método de imposición de manos al que sometía a sus pacientes -en una suerte de sugestión sin hipnosis, porque consideraba que aquel era un método innecesario- le sirvió para darse cuenta de que los recuerdos de los pacientes no se habían olvidado completamente; sino que poniendo al paciente a asociar libremente, esos recuerdos afloraban.

Sucedía, dice Freud, que existían unas fuerzas que le impedían al paciente que afloraran ciertos recuerdos a su consciencia. Es así que era teóricamente lógico suponer tal fuerza, ya que era esa misma fuerza la que mantenía la enfermedad…

Es sobre esa idea de las resistencias que Freud armó su teoría de los procesos psíquicos intervinientes en la histeria. Y para que avanzara el tratamiento era necesario que esas resistencias sean suprimidas.

Así, Freud consideró que esas resistencias mismas que evitaban que los recuerdos sobrevengan a la conciencia del enfermo, habían sido las mismas fuerzas que en su momento produjeron el olvido, expulsando de la conciencia las vivencias traumáticas.

De esta manera Freud abordó la Represión, tomándolo como un “esfuerzo de desalojo”. Un proceso que necesitó teóricamente suponer, y al que concluyó como probado a partir de la existencia irrefutable de las resistencias.

Ahora bien, era preciso preguntarse qué fuerzas y qué condiciones tuvieron lugar para la Represión, a la que había aislado como el “mecanismo patógeno de la histeria”.

Es así que la misma clínica le iba respondiendo, sus mismos pacientes de alguna manera le iban brindando los elementos para darse una respuesta.

Freud iba verificando que en todas esas vivencias que tenían lugar en los enfermos había existido un deseo que aparecía siempre en oposición a otros deseos de los sujetos que chocaban con aquel, por diferir con las exigencias morales del sujeto mismo.

Es decir, quedaba verificado que en esas vivencias había existido un conflicto entre fuerzas opuestas. Una lucha cuyo final era que lo que aparecía en la conciencia del enfermo era una representación de aquel deseo que había sido olvidado y expulsado, junto con los recuerdos asociados a la misma, por la represión.

Es así que tenemos noticia de que lo que motiva la represión es una representación inconciliable con el yo del paciente (la conciencia). Y las fuerzas que intervenían en la represión eran nada más y nada menos que los “reclamos éticos” del paciente.

El hecho de aceptar esa moción de deseo inconciliable, o mantener el conflicto generaba mucho displacer, que era moderado por la Represión.

Es así que este mecanismo de Represión fue considerado por Freud desde el principio como un mecanismo defensivo del yo.

Esto es lo que nosotros conocemos como una primer teoría del síntoma, de la neurosis. Un producto de la Represión. Freud lo tomaba a modo de protector del sistema anímico, para evitar justamente el displacer que se generaba en ese conflicto psíquico entre fuerzas antagónicas; entre el deseo y las fuerzas éticas represoras.

No olvidemos que en estas Cinco Conferencias Freud está intentando transmitir de una manera comprimida algo de la génesis, el método y el desarrollo y evolución del psicoanálisis.