Lo pre-edípico
Este «espiar con las orejas» de los niños, a lo que Freud se refiere en su ensayo de 1925 («Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos»); el oír escenas de contacto sexual entre la pareja parental, es un hecho que no siempre ocurre. Pero lo que Freud decía allí es que de eso acontece una excitación sexual de la que parte el desarrollo posterior en torno a la sexualidad.
Como esto de escuchar escenas sexuales entre los padres no es algo que pase siempre, Freud habla de «fantasías primordiales». Lo que pasa, dice Freud, es que como este estudio no arroja datos «cerrados», es notable cómo la prehistoria del Complejo de Edipo le generaba a Freud toda una serie de dudas y preguntas respecto a la vida sexual incluso en los niños, en el varoncito. Esto es aún enigmático. ¿Qué ocurre en esa etapa antes del Edipo? Lo que sabemos es que es un conjunto de pulsiones desorganizadas, medio locas, perversas, que no tienen un fin aún…
Más se complica la cosa cuando Freud se mete en el terreno de la vida sexual infantil en la niña. Esto esconde otro problema, sostiene Freud: porque tenemos la cuestión del pasaje del objeto amoroso madre al objeto amoroso padre. Tanto en el niño como en la niña sabemos que el primer objeto de amor es la madre. El problema es este pasaje de la madre al padre en la niña, ¿qué lleva a la niña a esta sustitución?
Es con esta pregunta que Freud lanza su investigación: en primer lugar nos habla de esa unión tan fuerte que se verifica en algunas mujeres con su padre, que se llega hasta el deseo de tener un hijo de él. Una fantasía que a simple vista podría ser considerada también la causa del onanismo infantil de la niña. Pero, dice Freud, si nos detenemos en el análisis de esos casos, verificamos una prolongada historia preedípica de la que esa fantasía puede ser su formación secundaria.
En resumen, la zona genital se descubre en algún momento, aunque parece que no tiene que ver su maniobra con ellos, con el «contenidos psíquico».
Pero, la fase siguiente, la llamada «fase fálica» es la que implica un descubrimiento tal en la niña, que tiene todas sus consecuencias. ¿Por qué? Porque se entera de que algún amiguito o su hermanito tiene algo muy notorio en su cuerpo: el pene. Algo que la niña subjetiva como algo superior que lo suyo, más pequeño u oculto. Es ahí que Freud habla de lo conocido como «envidia del pene».
Aquí es donde Freud marca la diferencia, y es en relación a la posición del niño y de la niña frente a este mismo descubrimiento.
Porque cuando es el niño el que nota esa zona genital en la niña, se muestra más bien desinteresado, porque no ve nada o más bien, simplemente desmiente lo visto. Es posteriormente que eso se resignifica: cuando se encuentra frente a la amenaza de castración. Ante eso: dos reacciones: el horror ante la mutilación, o el triunfalismo sobre la mujer.
Esto no pasa en la niña. Me ocuparé de esta diferencia en el próximo post.
FUENTE: «Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos»