Saber leer
Hay un texto de J-A Miller que me gustó para introducirles algunas cuestiones relativas al «decir» en psicoanálisis.
Se supone que el decir del analista es lo importante, pero lo que sostiene Miller allí es que más que tratarse de un saber decir, es más bien por el lado del saber leer lo que hace al psicoanálisis.
Un saber decir reducido a la retórica (como arte del bien decir) no hace la diferencia de nada; lo que marca diferencia es el saber leer. ¿Saber leer qué? Lo que está entre la palabra y la escritura…Es decir, sabemos que la primera enseñanza de Lacan parte de lo simbólico en tanto palabra y lenguaje, pero esa palabra la refiere, al fin, a la escritura.
Porque entre hablar y escribir hay una distancia, es ahí donde el analista se dirige.
Vayamos un poco más allá…el psicoanálisis no trabaja con lo simbólico?Eso es una creencia bastante «común», algo que se escucha desde el saber popular hasta de psicólogos mismos…
Y lo real donde queda? ¿Dónde está lo real en el psicoanálisis? A ver, para Freud el inconsciente era más bien una deducción, a partir de ciertos fenómenos conscientes.
Lacan sostiene que el sujeto del inconsciente es hipotético, es decir, se supone un sujeto. Y el sujeto no se confunde para nada con el ser; más bien es un des-ser, está borrado, tachado, agujereado…Está siempre en falta. Y es ahí, en ese agujero donde suponemos tendrá que advenir…
Y allí tenemos todos estos fenómenos como los chistes, los lapsus, los sueños, a los que les damos en cierto sentido un estatuto de verdad, pero que pueden eclipsarse de inmediato. Esto a nivel simbólico. Pero de nuevo, ¿y lo real?
Bien, entre esas manifestaciones del inconsciente tenemos el síntoma. Porque freudianamente el síntoma tenía un sentido, quería decir algo, era susceptible de ser descifrado, interpretado. Los síntomas requerían de la interpretación.
Pero la cuestión es la repetición. Es decir cualquiera de estos fenómenos pueden volverse sintomáticos cuando ocurren a reiteración, ya sean los lapsus o esos sueños que se repiten y repiten.
El síntoma, entonces tiene dos caras: la cara de verdad(de sentido a descifrar) y la cara de real. Se trata de eso que para Freud persistía luego de haber concluido un análisis.
Nosotros en nuestra práctica, con Lacan, vamos más allá del tope freudiano, porque de lo que se trata es que el sujeto se confronte con esos restos que quedan luego de -por decirlo de algún modo- haber pasado el rastrillo simbólico…
Claro que se pasa por esos momentos de verdad que el síntoma denuncia, pero llegamos al momento en que lo real hace tope. Ahí no termina un análisis, sino que ahí se trata del síntoma real, de lo real del síntoma, de eso que no tiene sentido; de confrontar al sujeto con aquello que queda fuera de sentido.
Esta sería la consideración del síntoma en la última enseñanza de Lacan, como un síntoma que no quiere decir nada; y este abordaje no es sin la concepción de goce y de real en juego. Los invito a revisar los paradigmas del concepto de goce de los que hablé en posts anteriores.
FUENTE: MILLER, J-A. «Leer un síntoma»