El saber
El acto psicoanalítico fue definido por Lacan -tal como aparece en el Seminario 16, «De un Otro al otro»- como «una incitación al saber».
El analista, con su acto, autoriza un saber que tiene calidad de enigma, un saber inconsciente como hipótesis de entrada en análisis: se supone que Otro sabe lo que se dice.
Pero también sabemos que hablar implica gozar; y que en ese sentido, nada quiere saberse acerca de lo que se dice.
Así, podemos decir, que antes de que un sujeto emprenda un análisis propiamente dicho, no quiere saber nada, más bien está empujado a dormir.
Porque saber cuesta.
Y se trata en un análisis de un cambio de estatuto del saber.
Discursivamente, decimos que se da un giro del discurso Amo al discurso Analista. Esto quiere decir, que si en el discurso Amo el saber está en el lugar del Otro (se espera que el analista le diga, sepa, lo que el paciente quiere decir con lo que dice) en el discurso Analista el saber está del lado del analizante, se hace trabajar al sujeto
despegándolo de las identificaciones.
Este giro, entonces, da lugar al saber en el lugar de la verdad: esto implica que el único saber que tenemos en cuenta en el discurso analítico es el producido por cada uno en su tropiezo con los actos fallidos, los sueños, etc. Es decir, en su tropiezo con su inconsciente.
Si Freud planteaba al inconsciente como algo que ya está escrito aunque el Yo no lo sepa, Lacan habla de un saber caduco; de restos de saber, efectos de saber que surgen de la equivocidad, y que además es muy costoso. Si el saber cuesta es porque está en juego el goce.
Decimos que el saber tiene que ver con el goce, porque no es necesario entender algo para cambiar…No se trata de un saber en su relación con el conocimiento, sino que se trata de lo real.
El psicoanálisis no se trata de una práctica que aporte saberes prácticos en relación a la vida sexual de los seres hablantes. Lo que aporta es el saber de lo que las pulsiones implican para cada uno,en la singularidad de cada quien como modos particulares de satisfacción.
El saber en psicoanálisis lo tenemos en principio, en esa suposición que hace el neurótico: el el Otro el que sabe. Y el analista es requerido en ese lugar. Lacan llama a este fenómeno Sujeto supuesto Saber. Y si bien el analista se presta como soporte de eso, sabe que el saber no está de su lado, el saber que importa está del lado del analizante. Un saber sobre su propia modalidad de goce, sobre eso que hace opaco al síntoma.
El saber psicoanalítico, lejos de ser un saber en lo real (como lo es en la ciencia actual) es un saber es supuesto. Si respecto del saber en lo real (el saber científico) podemos hablar de «descubrimiento», respecto del saber supuesto (el que está en juego en el psicoanálisis) se trata de «inventos». Porque descubrir implica que hay algo previo; inventar significa que no hay -relación sexual. Y es con esa ausencia que hay que inventar maneras propias de hacer.
FUENTE: SCILICET. «Semblantes y sinthome». AMP 2010